Capítulo 1

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ACLARACIÓN: Xiao Zhan y Wang Yibo de Addicted To You no tienen relación directa con los protagonistas de "¿Qué es lo bueno y qué es lo malo?", son personas distintos. Por favor no comparar ni vincular acontecimientos. -Apoteosis. 

ADVERTENCIA: Los acontecimientos a lo largo de este capitulo contienen escenas subidas de tono, lenguaje vulgar y escenas explicitas de relaciones sexuales. Leer bajo su propio consentimiento. 

Hay cosas que es mejor no recordar por mucho que te definan, por mucho que hayan marcado tu vida

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Hay cosas que es mejor no recordar por mucho que te definan, por mucho que hayan marcado tu vida. Es mejor dejarlos ocultos dentro de un cofre, cerrar la llave y olvidarte de su existencia, como si ninguna de las decisiones a lo largo de tu vida se vieran influenciadas por él.

Todos contamos con una mancha, una cicatriz de guerra que te impide cerrar los ojos por las noches. Voces que susurran y seducen. Envolviendo sus brazos alrededor de tu cuerpo en un abrazo frío, incitando a hundirte en la oscuridad, o simplemente esperando que dudes para arrastrarte con ellos. Son esos sueños que no se irán, gritando una y otra vez quién eres y cual es tu cicatriz de guerra.

Xiao Zhan dedicó alrededor de diez años al estudio de la salud. Aprendiendo el arte de sanar a los demás. Practicando su pulso para hacer una incisión correcta sin arriesgar la vida del paciente en el proceso, y buscar disipar todo su nerviosismo para realizar un trabajo limpio sin muchas demoras, evitando así la pérdida de sangre y el abuso del sedante. Aprendió a diferenciar los medicamento y saber medir cuánto sedante era apto para alguien según su peso, edad y sexo. Memorizó cada hueso del cuerpo y la función que cumple, también las consecuencias si se fractura. Aparte de memorizar la ubicación de los nervios vitales.

Toda su mente se había desbordado en torno a un tema: Curar y Salvar. Eso era lo que él hacía y a lo que dedicaría su corazón. Se esforzaría aún cuando su cuerpo tambalee del cansancio y sus ojos luchen por cerrarse.

Alrededor de veinte años -cuando asistía a un viaje escolar- presenció aquello que lo marcó. Aquello que lo hizo tener fantasmas nocturnos. Aquello de lo que no es capaz de escapar por más que cierre los ojos.

Cuando el sol cae y la luna se levanta como un faro de luz es cuando los demonios trepan, escalando por la tierra, agarrando con sus zarpas los bordes de la cama y toman su cuerpo, atándolo a la cama como un simple títere. Los escucha reírse y llorar, ellos piden ayuda, piden justicia y sangre. Piden aquello que no se les brindó.

Cada noche escuchaba el mismo aterrador sonido: las ruedas del micro al derrapar; cada noche sentía el mismo dolor punzante: la sacudida al golpear el asfalto... los cristales clavándose en la piel como si fuera mantequilla derretida; Y el mismo tormento: gritos, llantos, pedidos de auxilio.

—¡NO SIENTO MIS PIERNAS!

—¡AYUDA!

—¡ME QUEMÓ!

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