"Memorias de un guerrero caído"
La noche del jueves cayó como un manto sobre la ciudad, ausente ante las calles iluminadas por avances tecnológicos fruto de la modernidad. El ruido de coches era casi apenas un susurro lejano, y la delicada melodía que circulaba dentro de la comisaría seguramente provenía del teléfono de un compañero, —un policía aburrido de la rutina— por lo que se puso a revisar sus redes sociales.
Darren había sido condenado al famoso papeleo, o en palabras más bonitas: sonreír a los civiles y escuchar denuncias que iban de robos menores a algo tan sinsentido como la pérdida de un animal.
—Señora, —suspiró Darren esa tarde, frente suyo estaba parada una mujer de mediana edad— entienda que esto es una comisaría no una veterinaria, no podemos abrir una búsqueda por su conejo.
—Lo que pasa es que Señor Bigotes tiene problemas del corazón, si está solo podría sufrir un ataque o al cruzar una calle un loco lo...
Darren dejó de escuchar por un momento, preguntándose qué era más trágico: si un nombre tan irónico para un conejo, o el hecho de que está mujer seguro se preocupaba más por su mascota que por cualquier familiar humano.
Las denuncias no solían ser tan absurdas, pero en el momento en que un lunático entraba por esa puerta, las posibilidades de que fuera una denuncia importante eran ínfimas.
La noche cayó y él había pasado de estar acompañado por un ser vivo a solo sentir la presencia del aire, o por lo menos eso aparentaba desde su lugar. Sabía que había un compañero que daba vueltas por las salas más internas, luchando por mantener su cuerpo activo y no rendirse al sueño —o simplemente ya lo había hecho y estaba oculto a la vista del resto—.
Desde que llegó a la comisaría del distrito Chaoyang se había dado cuenta de muchas disfuncionalidades, de la misma forma que todo parecía demasiado limpio para ser real, como si con su sola presencia bastaba para ocultar toda la mierda debajo de la alfombra —donde nadie parecía saber nada, pero todos entendían a la vez—.
La música cambió, pasando a un tono más animado que contrastaba con la tranquilidad de la noche.
Las luces de la calle entraban apagadas por la puerta de cristal cerrada, evitando que el aire frío de la noche entrara en la comisaría. Pese a que la calefacción llevaba más de una hora en funcionamiento, el viento frío del exterior siempre buscaba como entrar.
Darren suspiró, preguntándose en qué momento de toda su carrera había tenido que estar detrás de la recepción. Horas y horas, no podía evitar pensar en el dolor de sus piernas por la inmovilidad, y como el calor corporal se perdía poco a poco.
Las jornadas en la comisaría siempre son largas y cansadas, no solo por el esfuerzo físico sino también por las constantes llamadas, —ya sean falsas o de broma— incluso se daba el caso donde la policía no puede intervenir ya que al llegar se había resuelto por sí solo. Pocas veces la recepción de una persona es tan grave como para dedicarle demasiado tiempo, sin embargo aquella tarde en medio de la caída del crepúsculo, cuando el viento frío comenzaba a golpear la cara, la figura de un hombre joven se dejó ver en la comisaría.
Darren por lo general tiene guardias nocturnas, y tras el incidente con su compañero —y las falsas acusaciones o sospechas que giraban a su alrededor— estuvieron a punto de cambiar eso, pero ya sea por azar o por destino él se encontraba presente para recibirlo.
Con una voz jadeante pero con un tono temeroso, la persona en frente suyo comenzó a hablar:
—Necesito su ayuda, —jadeó en un chillido— necesito entrar a protección de testigos —traga un poco para aclarar su garganta—, puedo entregar información importante sobre Karma a cambio de que me ayuden con protección.
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Addicted To You
General FictionNadie es lo que aparenta a simple vista. Nadie es como se expone ante el mundo. Nadie es perfecto. Nadie es incorruptible. Nadie es sereno. Todos somos una sombra cortada con cuchillas, perforada con balas, golpeada con puños. Imperfecta y abom...