Capítulo 9

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ADVERTENCIA: El contenido de este capitulo hay escenas subidas de tono y con contenido sexual explicito. Leer bajo su propia responsabilidad. 

"Riendas sueltas"



Decir que había podido cerrar un ojo durante la noche sería mentir egoístamente. Haciendo como que era totalmente ajeno al repentino cambio del rumbo de su trabajo, y que su sola ausencia podría terminar entre muy mal o terriblemente mal.

Conocía la indiferencia de sus compañeros, y sabía que para Xiao Zhan podría solo reafirmar el hecho de que su secuestro no fue mala suerte, sino pura negligencia que fácilmente podría ser repetida. Aún así, el hecho de ser justo ahora —y atento— no lo quitaba de la lista de responsables de lo ocurrido en el hospital. Su horario implicaba debía estar de pie ante la habitación de criminales, pero se había ido —dejado su total confianza en otros—, y por consiguiente facilitó la huida de los sujetos, dejando que se lleven a un civil como rehén.

Eso no significaba que no tuviera fé en sus compañeros, solo tenía miedo de quienes realmente se preocupaban por cuidar a un civil en especial o quienes preferían estar el día patrullando.

—No se que hacer. —dijo mientras dejaba un ramo de flores sobre la tierra, aún visiblemente removida, de la tumba de Wu Fen.

La delicadeza del sol acariciaba como brasa ardiente tanto la piel expuesta como la que estaba oculta debajo de la ropa. Aún así Wang Yibo se había animado a visitar la tumba de su compañero, o mejor dicho el que fue su compañero.

—Para él todo era muy fácil. —dijo una voz femenina.

No sé sorprendió ya que había escuchado pasos a sus espaldas y como estos eran delicados y suaves como un felino.

—Siempre sabía qué hacer y cómo hacerlo —siguió la jóven—. Para él nunca lo correcto era gris, sino...

—... blanco. —continuó Yibo por ella, la amargura teñía su voz. —Todo siempre era blanco.

Wang Yibo había tenido que hacer algo desagradable para conseguir un puesto que le pertenecía, pero que otro tomo de la misma forma. Por lo que sabía que no había matices blancos, no del todo por lo menos. Aún así, nunca se animó a decir en voz alta lo que había pasado, callándose incluso ante sus mejores amigos. Tal vez porque a nadie le gustaría saber que su tío aceptaba una oferta sexual a cambio de un puesto más ventajoso —o que era lo que ofrecía como moneda de intercambio—.

Wu Lin se arrodilló a su lado. Vestía una larga pollera negra que le llegaba por la rodilla y encima una camisa blanca. Su pelo oscuro caía sobre su espalda como lienzo.

—A veces me preguntó qué es lo que hizo para que Karma sea capaz de hacerle esto.

Wang Yibo se paralizó, girándose para mirarla. Siempre había sido una chica menuda, de rasgos finos y ojos grandes como cristales, pero ahora se veía demasiado pálida, ocultando su mirada detrás de lentes gruesos.

—¿Karma? —preguntó.

—Es un grupo de criminales que asesinan policías solo para demostrar su prestigio —explicó Lin sin mirarlo, aún así su tono de voz estaba cargado de repulsión y lágrimas contenidas—. He estado leyendo sobre ellos estos días. Parece que muchos de sus fanáticos dicen que Karma, así es como los llaman, se encarga de castigar a los corruptos, y que sus muertes son en base a sus crímenes cometidos.

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