Capítulo 3

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(Recuerden que los dibujos son hechos para este fic)


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El sol emergió con un saludo caluroso pero el interior del hospital se conversaba frío y silencioso

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El sol emergió con un saludo caluroso pero el interior del hospital se conversaba frío y silencioso. Aún cuando habían jóvenes y adultos transitando en su interior el peso de un aire mudo en sus pasillos le daba un toque escalofriante. Los pacientes eran educados y los familiares esperaban rectos y calmados, nadie parecía desesperado a simple vista, aceptando sus pesares en silencio.

Había pasado un día desde el trágico acontecimiento pero los médicos se negaron a soltar a los heridos, argumentando que necesitaban estar seguros de su salud antes de darles el alta, y aquellos oficiales que habían salido con pocas heridas ahora se encontraban haciendo guardia en la habitación donde se contenían los criminales.

Sin importar que su orgullo se haya visto quebrantado, y pisoteado por una misión fallida, debían hacer frente con la cabeza en alto.

Un fuerte olor a café negro llegó a los sentidos de Yibo antes de ver a la persona detenerse enfrente suyo.

—¿Un café? —le ofreció.

Al igual que él vestía un uniforme oscuro de mangas cortas. Sobre la parte del pecho estaba compuesto por dos estampas: del lado izquierdo había un número de seis dígitos que corresponde al número de placa; y del lado derecho una insignia compuesta por tres franjas al fondo a ambos lados de un escudo, sobre este estaba grabado un lazo que marcaba la palabra policía, y como último adorno dos ramas de laurel a cada lado en la parte inferior. Bajando por el torso un cinturón de cuero se ajustaba sobre las caderas cayendo a un costado en una correa que se afirmaba al muslo para colgar la pistola enfundada —aparte de otros elementos esenciales como las esposas y picana eléctrica—, y botas altas que pasaban a una mano del tobillo. Y como pequeño agregado un sombrero oscuro con el logo del Ministerio de Seguridad Pública.

Yibo aceptó la oferta con un pequeño asentimiento y una sonrisa vacilante, pero cuando sus dedos acariciaron el vaso de plástico este fue alejado de su alcance.

—Mírate, pareces un zombie. —se burló el oficial Lou— No me sorprendería si me dijeras que se antoja un cerebro.

Se sentía cansado hasta el punto que su cuerpo solo estaba erguido por propia voluntad, o porque sus piernas estaban abiertas al ancho de las caderas en un equilibrio firme. Más allá del agotamiento físico estaba apagado a nivel mental, no le dolía el fracaso de una misión sino la pérdida de un amigo, alguien cercano que casi era su hermano.

En una vida donde te entregas a problemas que ponen a prueba tu fuerza física es normal perder compañeros, pero Yibo no estaba de pie ante una guerra o cruzando una catástrofe que implicaba una muerte certera. Conocía el rango de peligro de su misión, pero con lo sencillo que había sido el plan base no se imaginó que todo fuera a salir tan mal.

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