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Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 2: "Dᴇʙᴏ Cᴏᴍᴇɴᴢᴀʀ A Hᴀʙʟᴀʀ"

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Anne despertó por el sonido de la alarma. Trató de apagarla y seguir en su plácido sueño donde cruzaba las copas de los árboles saltando uno por uno mientras el viento chocaba contra su rostro y los pájaros cantaban una linda melodía. Pero no podía llevarse más retrasos.

Desayunó lo suficiente para tener fuerzas y se despidió de Matthew y Marilla.

Anne tenía su pequeña casa en Charlottetown, la cual en algún momento le perteneció a sus padres adoptivos, y como no pasaba parte del tiempo en la ciudad, su madre era quien solía ir a echar un vistazo. Pero aquel día anterior, ambos ancianos dejaron Green Gables para recibir a su hija de la manera más reconfortante posible.

Ni Matthew ni Marilla sabían del amor con Gilbert, pero era claro que le tenían un aprecio especial. Él siempre fue parte de la familia. ¿Qué dirían el día que les admitieran su relación?

En fin, salió rumbo a la casa de Liam, que no quedaba relativamente lejos. Ya si eso era positivo o negativo se lo averiguaría luego.

A cada paso que daba su corazón se aceleraba, y cuando estuvo frente a la puerta del lugar ya no había marcha atrás.

Unos momentos después, su novio la recibía y se disponía a besarla. Pero los labios de Anne resultaban fríos a su tacto. Ya no eran como antes. Liam ya no le proporcionaba ese calor que en algún momento sí lo había hecho.

—Anne, mi amor, ¿qué te sucede? —el chico se preocupó, haciéndose a un lado y dejándola entrar para inundarse con la calefacción del lugar.

Ella no supo cómo comenzar, se abrazaba a sí misma y no era capaz de alzar la vista a su novio.

—Tengo algo importante que contarte —tragó con pesadez y Liam ya esperó lo peor. La sonrisa en sus labios dejó de predominar como antes y el corazón se le aceleró. Su mente comenzaba a crear muchas ideas.

Para armar historias desgarradoras, la mente es la primera aliada del caos.

"Ven aquí y siéntate a mi lado.
No me mires mientras comienzo a llorar"

El rubio le ofreció lugar en el sofá de cuero azul que había en la sala y bajó el volumen de la televisión. Miró preocupado a su novia y tomó sus manos.

—Sabes que puedes decirme lo que sea, zanahoria —la piel de Anne se tensó con aquel apodo. Gilbert volvió a su mente con un flashback.

—¡Nunca más me llames así, Gilbert Blythe! —rugió una Anne adolescente, luego de impactar su dura cartuchera repleta de lapices contra la mejilla del chico.

—¡No entiendes de bromas, salvaje! se ganó otro golpe por parte de la pelirroja.

Años después, eso cambió.

Te queda bien ese color, zanahoria reía el pelinegro. Habían entrado en su primer año de universidad y eran los únicos de su clase que compartían un futuro juntos fuera de la escuela de Avonlea. Prácticamente se trataba de dos compañeros de aventuras en terrenos desconocidos.

Anne se había puesto un uniforme naranja que le prestó un estudiante del último año de medicina y Gilbert apreciaba la situación con gran diversión, sin evitar pensar que en serio se veía bien con cualquier color.

BAD KIND OF BUTTERFLIES; SHIRBERT [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora