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Alcancé a Diego y Bree en el agua

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Alcancé a Diego y Bree en el agua. Volvían a echar una carrera, pero esta vez no era porque sí. Una carrera contra el sol.

A toda velocidad, Diego dobló un cabo de la pequeña isla y se sumergió muy profundo. Me sorprendió que no se golpease contra el fondo rocoso de la ensenada, y me sorprendí aún más cuando pude sentir el flujo de una corriente más cálida. Surgía de lo que había pensado que no era sino un saliente en la roca.

Diego continuó avanzando a través de una estrecha grieta en las rocas. Allí dentro estaba oscuro, negro como el carbón. No podía seguir nadando —el espacio era demasiado estrecho—, así que avanzamos como pudimos, igual que Diego, trepando por la tortuosa abertura. Seguimos esperando a que se detuviese, pero no lo hizo. De repente me percaté de que estábamos ascendiendo de verdad, y entonces oí a Diego salir a la superficie.

Bree salió apenas medio segundo después que él. Yo después de ella.

La cueva apenas era algo más que un pequeño agujero, una madriguera del tamaño de un Volkswagen Escarabajo, aunque no tan alta. Una segunda abertura conducía al exterior desde el fondo, y podía percibir el aire fresco procedente de aquella dirección. Distinguí la forma de los dedos de Diego repetida una y otra vez en la textura de las paredes de piedra caliza.

—Bonito lugar —le dije.

Diego sonrió.

—Mejor que la espalda de Fred el Freaky.

—Eso no te lo discuto.— contesto Bree— Mmm. Gracias.

—De nada.

Se quedaron mirando en la oscuridad durante un minuto. Me sentía como Harry Potter en el medio de Ron y Hermione.

—¿Qué edad tienes? —preguntó Diego de pronto. Luego me miro a mi y se apresuro a corregirse— Tienen.

—Tres meses, ya te lo he dicho.— contesto Bree.

—No me refería a eso. Supongo que la forma apropiada de preguntarlo sería... mmm, ¿qué edad tenían?

Note a Bree aparatarse, incómoda, le estaba preguntado por rollos humanos. Nadie hablaba de eso. Nadie quería pensar en ello.

A mi no me gustaba pensar en mi vida pasada porque cuando lo hacia sentía una nostalgia mezclada furia por todo lo que perdí.

Vi a Bree vacilar y a Diego aguardar con curiosidad. Decidí adelantarme a Bree para que no se sienta tan incomoda.

— Dos meses antes de que Riley me encontrara— Diego noto mi expresión contraída en ese momento. Proseguí.— ...había cumplido los 19.

— ¿Y tu Bree?— volvió su atención a mi amiga.

—Tenía, mmm, quince años, creo. Casi dieciséis. No me acuerdo del día... ¿había pasado mi cumpleaños? —fruncio el seño, creo que que intentando hacer memoria.

𝘿𝙪𝙨𝙠 »𝙀𝙙𝙬𝙖𝙧𝙙 𝘾𝙪𝙡𝙡𝙚𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora