Todavía recuerdo el dolor ardiente y punzante que recorrió a mi cuerpo. Empezó por mi hombro, tomando todo el brazo, quemándolo y torturándome, luego siguió con todo mi cuerpo. Mi cuerpo ardía, yo agonizaba. Era como mil cuchillas bañadas en ácido. El aire se me escapaba mientras imploraba a gritos que el dolor acabase, pedía ayuda pero nadie venia a socorrerme. Lo ultimo que vi fueron esos aterradores ojos rojos viéndome desde las sombras. Lo siguiente que vi fue negro y en ese momento supe que mi vida había acabado.
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Ese mismo día, horas antes
Caminaba por las calles de Seattle con destino a ese pequeño local de ropa donde yo era empleada. Me encogí por el frio y me frote los brazos tratando de darme calor. Cruce la calle y lo visualice frente a mi, no era ni muy grande ni muy pequeño, tenia un gran ventanal en donde se podían ver a unos maniquíes viejos- a algunos les faltaban extremidades- exhibiendo prendas de la temporada pasada y las paredes del frente estaban pintadas de ese rosa chillón que yo tanto insistía en que era espantoso, pero mi jefa Rachel jamás me escuchaba.
La campanilla de la puerta sonó junto a mi entrada y lo primero que vi fue la cabellera rubia de mi compañera de trabajo- y debo agregar que mi única amiga- taparme el campo de visión para luego sentir sus brazos apresándome en un abrazo asfixiante. A Serena la había conocido en la escuela en una época muy difícil para mi, mi padre había muerto y mi madre me ignoraba como si no existiera. Serena me encontró y me ayudo, fue mi soporte y mi amiga aun cuando yo no se la ponía fácil. Ella estuvo días, semanas e incluso meses tratando de sacarme de mi pozo de dolor y siempre que yo le pregunte el porque ella insistía en ayudarme ella simplemente me respondía: "Eres muy bonita como para no sonreír".
- Sere, me estas ahogando- fue lo único que pude pronunciar.
La rubia se aparto de mi con una radiante sonrisa, sus ojos celestes desprendían emoción.
- ¡Felicidades, roja!
- Primero, sabes que odio ese apodo y segundo, ¿felicidades por que?- Serena rodo los ojos.
- La entrevista- dijo de manera obvia.
Hace tres días fui a una entrevista para ser asistente en un estudio de modas, mi pequeño escalón para llegar a mi trabajo de ensueño. Desde pequeña siempre me sentí fascinada por el mundo de la moda y siempre supe que yo seria una gran diseñadora con mi propia marca. Mi entrevistadora se mostro muy satisfecha en nuestra entrevista y con una sonrisa me dijo que seria un placer trabajar conmigo, pero luego de haber sido botada en varias entrevistas por mis raíces, dudaba seriamente de ser aceptada.
- Nunca me llamaron para decirme que fui aceptada, así que creo que fui rechazada- me cruce de brazos con incomodidad. Aunque no quise había albergado esperanzas con esa entrevista, era un pinchazo que me desinflaba saber que probablemente jamás llegue a trabajar con telas costosas y ver un diseño mío en una pasarela.
La rubia apretó los labios y dio pequeñas palmadas, a mi me pareció una foca haciendo pidiendo por atención pero ya que.
- Que divertido es saber algo que tu no- con esa frase se gano toda mi atención, arquee la ceja y levante el mentón incitándola a seguir- Esta mañana llamaron al teléfono mientras yo cubría el turno de Loren, según ella no podía venir porque esta enferma pero estoy segura de que ayer salió a la nueva discoteca y se desvelo, en fin estoy divagando. El punto es que llamaron y cuando atendí me dijeron que eran los coordinadores del desfile y que te buscaban, les dije que no te encontrabas pero les insistí en que me digieran lo que tenían que decir y que yo te lo comunicaría.- me sonrió y me agarro de los brazos, como si quisiera prevenir algo sosteniéndome- Te aceptaron, Nashira. Dijeron que vayas el lunes en la mañana para poder darte unos papeles y decirte cual será tu trabajo ahí.
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𝘿𝙪𝙨𝙠 »𝙀𝙙𝙬𝙖𝙧𝙙 𝘾𝙪𝙡𝙡𝙚𝙣
Fanfiction☼☪☼☪☼☪☼☪☼☪☼☪☼☪☼☪☼☪☼☪ Edward se enfrenta a una batalla para proteger a su Bella, una vez mas. Nashira se enfrenta a una batalla para proteger su vida. Edward quiere destruir a Victoria, para proteger a Bella. Nashira no quiere matar a nadie, pero des...