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Antes de ser capaz siquiera de procesar que Diego no estaba, Riley soltó un aullido animal de ira

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Antes de ser capaz siquiera de procesar que Diego no estaba, Riley soltó un aullido animal de ira. No apartaba la vista de los restos carbonizados en el suelo; los ojos se le salían de las órbitas, llenos de furia. Todo el mundo permaneció en silencio, inmóvil. Todos habíamos visto a Riley perder la paciencia, pero esto era distinto.

Riley dio media vuelta y recorrió con los dedos un altavoz que sonaba con estridencia. Lo arrancó de la pared y lo lanzó contra el lado opuesto de la estancia. Jen y Kristie se apartaron de su trayectoria justo cuando fue a estallar contra la pared en medio de una nube de polvo de pladur. Riley destrozó el equipo de sonido con un pie, y cesó el sordo golpeo de los graves. A continuación dio un salto hasta donde se encontraba Raoul, y lo agarró por la garganta.

—¡Ni siquiera estaba aquí! —gritaba Raoul con aire asustado—. No había visto eso antes.

Riley soltó un alarido espantoso y lanzó a Raoul como antes había tirado el altavoz. Jen y Kristie volvieron a apartarse de un salto, y el cuerpo de Raoul atravesó la pared dejando un enorme agujero.

Riley asió a Kevin por el hombro y, con un crujido familiar, le arrancó la mano derecha. Kevin gritó de dolor y se retorció en un intento por zafarse de él.

Riley le propinó una patada en el costado. Otro chillido discordante, y Riley se había quedado con el resto del brazo de Kevin. Partió la extremidad por la mitad, a la altura del codo, y tiró los fragmentos con fuerza a la angustiada cara de Kevin: bum, bum, bum, como un martillo contra una piedra.

—Pero ¿qué pasa con ustedes? —Nos gritó Riley. Se debería preguntar que le pasaba a el—. ¿Por qué son tan estúpidos? —Estiró el brazo para enganchar al chico rubio que hacía de Spiderman, pero el chaval se alejó de un brinco que le hizo caer demasiado cerca de Fred, y volvió hacia Riley a trompicones, boqueando—. ¿Alguno de ustedes tiene cerebro?

Riley golpeó a un chico llamado Dean contra el home cinema y lo hizo añicos; agarró entonces a otra chica —Sara— y le arrancó la oreja izquierda y un mechón de pelo de la cabeza. Ella chilló de angustia.

De forma repentina, se hizo patente que Riley estaba haciendo algo muy peligroso. Éramos muchos allí dentro. Raoul ya se había incorporado y se encontraba flanqueado por Kristie y por Jen —que solían ser sus enemigas— a la defensiva. Algunos otros habían formado grupos por toda la habitación.

No podría asegurar si Riley fue consciente de la amenaza o si su despotrique finalizó de manera natural, pero respiró profundamente. Le tiró a Sara su oreja y el pelo. Ella se apartó de él y se puso a lamer el borde arrancado de su apéndice para cubrirlo de ponzoña y así poder recolocárselo. Para el pelo no había remedio, de manera que Sara iba a quedarse con una calva.

Sentí pena por ella.

—¡Escúchenme! —dijo Riley, en un tono tranquilo pero feroz—. ¡Todas nuestras vidas dependen de que oigan lo que les digo ahora y piensen que todos nosotros vamos a morir. ¡Todos y cada uno de nosotros: ustedes y yo también, si no son capaces de comportarse como si tuvieran cerebro durante apenas unos pocos días!

𝘿𝙪𝙨𝙠 »𝙀𝙙𝙬𝙖𝙧𝙙 𝘾𝙪𝙡𝙡𝙚𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora