TODOS ALGUNA VEZ HEMOS QUERIDO regresar el tiempo atrás y corregir nuestros errores, ¿no es así? Quizá para evitar un momento vergonzoso o para borrar un episodio triste. Lo cierto es que todos hemos hecho cosas de las cuales no estamos precisamente orgullosos, o preferiríamos poder olvidar, pero, lamentablemente, no es así como las cosas funcionan. Las decisiones que tomamos en el pasado repercuten en nuestro presente para bien o para mal. Las experiencias nos dan sabiduría, nos vuelven más fuertes y nos hacen crecer; por eso, querer alterar el pasado, a medida que alcanzamos madurez, se vuelve una idea tonta, casi infantil. Así como el diamante tiene que ser pulido para conseguir la perfección, nosotros también tenemos que ser trabajados para dar lo mejor en el futuro. Afrontar el presente con todo y defectos, y procurar que el hoy sea más brillante que el ayer.
De esa forma, todo suena muy bonito, ¿no? Pero seamos un poco más realistas. Por más que queramos labrarnos un futuro brillante, el pasado y sus consecuencias, tarde o temprano, nos alcanzan.
En Woodspring, cuatro chicos darían lo que fuera por retroceder el tiempo y arreglar un par de cosas. Quizá si no hubieran dicho o hecho algo, su amigo no habría desaparecido. Pero solo quizá. En este pueblo nada es lo que parece, y pronto se darán cuenta de ello. ¿Podrán encontrar las respuestas que necesitan o el pasado solo les ofrecerá más interrogantes?
Alan Vander se dejó caer suavemente en su cama, al tiempo que esperaba que sirvieran la cena. Mientras tanto, comenzó a teclear ansiosamente en su teléfono sin apartar la vista de la pantalla en ningún momento. Definitivamente esa no estaba siendo su mejor semana; mejor dicho, su mejor mes. Lo único medianamente positivo era que faltaba solo un día para que el instituto terminara.
«Ojalá pudiera desaparecer por un par de días».
Repentinamente incómodo por pensar de esa forma, cambió de posición, esperando que la idea se desvaneciera. No funcionó. Lo que sí hizo que se despejara (y no precisamente para bien) fue escuchar de abajo, de la sala de juegos, el sonido amortiguado de la batería que su hermano Gabriel tocaba con furia.
—Él tiene que dejar de hacer eso todo el día —murmuró para sí mismo, al tiempo que se masajeaba la sien.
El constante repiqueteo de los platillos estaba comenzando a agravar el dolor de cabeza que ya de por sí tenía.
Alan había aprendido a tocar piano a los diez años, y Gabriel a una edad más precoz ya dominaba el arte de golpear ollas con palitos de madera; habilidades que, en la actualidad, les habían permitido a ambos formar parte de la prestigiosa banda escolar de su instituto. Y aunque Alan disfrutaba los momentos en los que hacía «un poco de ruido» con su hermano, en ocasiones solo quería lanzarle algo para que dejara el escándalo y les diera un poco de paz a sus oídos. Ahora, por ejemplo.
—¡Alan, la cena está lista! —escuchó gritar a su madre, quien intentaba hacerse oír por encima de todo aquel alboroto.
Con parsimonia, Alan se levantó de su cama sin apartar los dedos de su teléfono y bajó lentamente las escaleras hasta llegar al comedor.
La casa de la familia Vander no podía calificarse propiamente de «lujosa», pero era cómoda y más que suficiente para las tres personas que la habitaban (cuatro, antes de que los padres de Alan y Gabriel se divorciaran hace poco más de dos años). Ubicada a las afueras del poblado de Woodspring, Ohio, la casa de los Vander, junto a la propiedad de la familia Horan a menos de un kilómetro, y la casa de campo de los Hale, al otro lado del río, eran las únicas edificaciones en esa parte del pueblo, que, a pesar de la belleza de la naturaleza y tanto la protección como la privacidad que brindaban los bosques, era poco transitada por la gente del lugar. Alan agradecía la tranquilidad de aquel sitio, le hacía pensar que nada malo podía pasarle en tanto la extensa arboleda lo flanqueara o los pájaros continuaran dando sus cánticos diarios. Era una especie de refugio del mundo exterior. Su hogar, pasara lo que pasase.
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GUARDAR UN SECRETO (VANDER 1)
Teen FictionGabriel, Thomas, Caroline y Louis estaban de alguna manera, conectados a Alan Vander, el chico estrella del instituto que desapareció una noche de junio sin dejar ningún tipo de rastro. Un año después de esa fatídica noche, verán sus vidas cruzarse...