18. "Amigo" no es la palabra correcta

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—VANDER LO HIZO DE NUEVO.

—Sigo sin entender por qué se hizo llamar así en el video del teatro —acotó Sarah, quien estaba a su lado—. ¿De verdad crees que sea...?

—De ninguna manera. —Le cortó Gabriel.

Ambos estaban en el kiosco de la Fundación de Niños Especiales de Woodspring con docenas de cajas de ropa para vender a un precio módico.

—Pobre Caroline —dijo Sarah mirando a la tarima, donde el director Rose, rojo como un tomate, daba órdenes a los encargados del sonido para que pararan la grabación que no hacía otra cosa que repetirse. La grabación de su hija odiando a la gente latina.

No sintió sino repudio hacia Ruby Rose.

—Debería ir a decirle algo —dijo Gabriel saliendo del kiosco.

Sarah lo detuvo poniendo una mano en su brazo. El repentino gesto hizo que Gabriel se pusiera nervioso. Sarah, visiblemente avergonzada, retiró la mano.

Después de su pequeña discusión en la casa de Kevin, habían «hecho las paces» esa misma noche. Como si se tratara de un par de niños de kínder. Gabriel solo esperaba que esa «reconciliación» fuera sellada con algo más, e intuía que Sarah pensaba lo mismo.

—Creo que la he visto irse con ese chico que llegó de Francia: tu vecino o algo así.

Sarah se colocó un mechón de cabello detrás de la oreja. Gabriel no supo si lo hacía inconscientemente, pero cuando lo hacía le quedaba muy bonito.

No podía dejar de mirarla.

—¿Thomas? —preguntó Gabriel volviendo a entrar al kiosco—. Me parece extraño.

—¿Por qué? ¿No era también de su grupo de amigos?

—No que yo sepa. Thomas es un año mayor.

—¿Pero aún así era amigo de Alan?

—Sí, y yo tampoco lo entiendo muy bien —admitió Gabriel.

—¿Qué te parece algo de sushi cuando salgamos de aquí? —preguntó Sarah poniéndose frente a él.

En ese momento, todo lo que había en el campo de visión de Gabriel era el rostro en forma de corazón de Sarah. Sus dos ojos azules lo escrutaban profundamente, y una sonrisa le bailaba en los labios.

—Yo preferiría algo más informal —dijo Gabriel manteniéndole la mirada.

—¿Por qué todos los chicos son iguales? —se quejó ella.

Como si se tratara de un instinto, la mirada de Gabriel se deslizó hacia la tarima donde estaba el director Rose. Alguien vestido totalmente de negro y con capucha caminaba con rapidez por el costado de la tarima. El sol de la mañana ya comenzaba a molestar, y entre la multitud que vestía ropa ligera y shorts no parecía extraño, sino sospechoso.

¡Hey! —escuchó decir a alguien—. Él lo hizo —dijo el desconocido, señalando a la persona vestida de negro, quien, en ese momento, empezaba a correr desesperadamente en dirección al bosque.

—No —dijo Gabriel apartando la vista de Sarah.

—¿Puedes darme al menos alguna razón? —preguntó ella, creyendo que seguían hablando de su cita.

Gabriel, sin responderle, salió corriendo, persiguiendo al chico o chica con capucha negra. Al principio, sus piernas se quejaron por el repentino esfuerzo, pero no podía dejarlo escapar; si estaba huyendo, era por un motivo. Quizá era la misma persona que había hackeado su televisor, o quien le había enviado ese extraño mensaje el último día de instituto. Capucha negra se dio cuenta de que lo estaban persiguiendo, por lo que aceleró el paso, haciendo que Gabriel tuviera que esforzarse más.

GUARDAR UN SECRETO (VANDER 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora