Creo que me estoy enamorando. No sé qué me pasa. Apenas el lunes iba de mal humor, maldiciendo a las personas por existir y no dejarme pasar, pero aquella mujer me está volviendo loco. Estoy pensando en que hoy será el día en que le hable. Sí, hoy llegaré más temprano y le hablaré, le preguntaré cualquier tontería como la hora o la dirección del metro, no sé qué decirle, pero lo haré.
«¿Qué pasa?», me pregunto mientras espero a que el tren avance. Son la una y media y apenas estoy en la estación Coyoacán. Me faltan cuatro estaciones para llegar al transbordo y ver sí la chica de mis sueños sigue ahí. Mientras espero, comienzo a releer los anuncios sobre las puertas. Uno habla sobre terminar el bachillerato y otro sobre el mejor banco de México. ¡Por fin!, la chicharra suena, miro mi reloj y son veinte para las dos. Espero no llegue tarde para ver a La chicha de ayer.
«¡Maldita sea, dos para las dos!», pienso mientras corro para transbordar. Llego al andén y de inmediato miro hacia el reloj. Ahí está, con un vestido y tacones negros que hacer resaltar sus hermosas piernas. Miro su rostro enojado, tal vez la han dejado plantada. No sé si acércame o no. El metro de mi lado llega y el tiempo vuela. ¡Oh Dios mío ¿por qué me pones en esta encrucijada?!
«Lo siento querida,pero debo llegar a clase», me despido en mi mente subiendo al tren, la chicharra suena y se cierran las puertas. El tren avanza y lo último que observo es a un hombre que se acerca a la chica. «¿Quién es?», me pregunto deseado que el metro fuera más lento para saberlo, pero el tren se adentra en el túnel.
ESTÁS LEYENDO
Cuarto para las dos
RomanceEmpujones, insultos, llegadas tarde por un reloj que no funciona y una bella, pero misteriosa mujer acompañan a nuestro protagonista en su dramático enamoramiento en los andenes del metro de la Ciudad de México.