«¿Qué extraño? —Pienso mientras espero el tren hacia la terminal Tacubaya—. Hoy llegue en punto al cuarto para las dos pero ella no está. ¿Se estará escondiendo de mí? O quizás su novio nos vio y se enojó con ella. Tal vez ya la cite en otro lugar. ¿Cómo me puedo inventar esta historia? si apenas la conozco». Mientras reflexiono y me sigo haciendo historias en la cabeza, dejo pasar un tren. Sigo esperando aquí, a unos metros del reloj, solo para verla. A penas la semana pasada mi mundo era oscuro y hoy parece que la luz brilla. No sé qué me ha dado esa mujer que me tiene loco.
Otro tren, ya son seis para las dos y ella que no llega. Espero a que cierre las puertas y llegue un nuevo tren. Me acerco a las vías sin cruzar la línea amarilla y escucho el arribo de un nuevo tren, doy una última mirada, pero ella no está. El tren se detiene y abre las puertas. Dejo salir a la gente para después entrar, se cierran las puertas, pero no avanza. Se abren otras tres veces más y pienso, algo enojado por no ver a Alhelí: «Alguien se quedó en medio, maldita gente, si saben que no va a alcanzar a llegar para qué se suben, solo retrasan el transporte».
Cuando el tren da elúltimo portazo la veo llegar, pero ¿qué le pasó?, trae unos lentes obscuros yuna mascada azul con figuras abstractas como si fuera hindú. Pero el tren no medeja verla más porque ha avanzado para meterse en el túnel.
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Cuarto para las dos
RomanceEmpujones, insultos, llegadas tarde por un reloj que no funciona y una bella, pero misteriosa mujer acompañan a nuestro protagonista en su dramático enamoramiento en los andenes del metro de la Ciudad de México.