Capítulo 5

1.8K 117 47
                                    


Bastian

–Así Bastian. ¡Dios, que bien lo haces!–Dice Cynthia, mientras la embisto con fuerza, le gusta que sea rudo, pues lo estoy haciendo.

Esta recargada en el capo de su Audi, tiene una pierna en mis hombros mientras yo me hundo en ella como si se me fuera la vida en ello. Necesito olvidarme de esa pelinegra, hace una semana de su llegada y no logro sacarla de mi cabeza, solo se presentaron los dos primeros días y no los hemos vuelto a ver, se corren demasiados chismes del porque no vienen, unos más estúpidos que otros. Un idiota se atrevió a decir que se volvieron tan locos que los tuvieron que meter a un psiquiátrico.

Volver a verla fue como un maldito sueño. Sus facciones seguían siendo delicadas pero maduras, aquella niña que era antes se fue al carajo, tan solo su forma de caminar te seducía, su cuerpo se convirtió en el de una mujer.

Maldita sea, me sigue volviendo loco.

Sigo embistiendo a la mujer que tengo enfrente, totalmente expuesta, siento como se contraen sus paredes a punto de llegar al orgasmo, yo ni siquiera estoy cerca de llegar, empiezo a ser más brusco. Ella se libera.

–Bastian, eres un animal, me estas lastimando. – No la escucho sigo buscando lo que necesito. –¿Puedes parar? Me está doliendo.

¡Por fin! Lo saco de su interior, todo mi semen cae entre su abdomen y piernas. Me empiezo a subir los pantalones, ella sigue sin moverse, me mira con furia. Cierro la cremallera, agarro mis cosas y estoy a punto de irme cuando me detiene.

–¿Qué mierda acaba de pasar? Fuiste grosero conmigo, al menos límpiame.– dice señalando el desastre que deje.

–No me estés jodiendo ahorita. Nos vemos luego.

Salgo de su casa. Me siento un completo imbécil, no soy de ese tipo de hombres, pero esta situación me tiene jodido, fui grosero con Cynthia, ella no merecía que la tratara asi, siempre me gustaba poner el placer de ellas antes que el mío, pero esta vez todo se salió de control. La chica no me excito como antes y la causa de esto tiene nombre y apellido.

Me dirijo a la casa de Jason, ese hombre está igual de jodido, le hablo a Maddox para que nos vea allá, necesito hablar con ellos, quiero ponerle punto final a esto. Te das cuenta de la gran importancia y del poder que tiene una mujer cuando tan solo su presencia te vuelve mierda.

Llego a la casa de mi amigo, no tarda en llegar Maddox, no hay nadie en su casa, asi que podemos hablar con libertad sin que Katherine la madre de Jason nos escuche.

–Odio los domingos y más si tengo resaca. –dice Maddox.

–¿Fueron a una fiesta? –les digo.

–Corrección, fui a una fiesta. Ustedes desde que llego la familia del terror, se la pasan encerraditos, como si la loca de Aikiara los fuera a encontrar y matarlos.

–¡No le digas así! –grita Jason, nos mira tratando de calmarse. – Solo no digas eso.

–Tranquilo hermano, veo que esto te tiene mal. – le dice Burn.

–No estoy mal. Es más, me importa un carajo como la llames. – Trata de revertir lo dicho minutos atrás.

Nos quedamos en silencio, asimilando todo lo que está ocurriendo. Se escuchará muy cobarde de mi parte, pero quiero volver a un año atrás donde también estaba hecho mierda, pero no tenía que preocuparme de la presencia de ellos. Decido hablar para aligerar la tensión.

– ¿Maddox te sigues tirando a la maestra de arte?

–Sí, el miércoles follamos en los baños.– Jason ríe. –Aunque esta vez no me gusto, creo que esta fue la última.

Deseos peligrososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora