🌧️ Capítulo 18🌧️

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LEVI

Me adentré a la peor villa que pudiera conocer, a mi mente volvieron varios recuerdos de este asqueroso lugar, me compadezco de quieren nunca salieron.

Caminé por la calle sin asfalto y reconocí varios lugares, bares y burdeles adornaban las veredas. Después de pasar una esquina comenzaban las casas casi en ruinas, como siempre, circulaba gente de todo tipo, desde pibes que se hundían en la droga, hasta nenes de la mano con su madre. Realmente lamentable.

Sin darme cuenta, llamé demasiado la atención, apreté mi mochila en mi espalda y aumente el ritmo de mi paso.

Llegué a una clase de bodega, es la dirección que me indicó Erwin por mensaje.

—Todo termina aquí...— Susurré para mí mismo, y entré.

El lugar estaba a oscuras, un poco de tenue luz entraba por las rotas y diminutas ventanas del lugar.

—Hola, Levi. — Oí desde a dentro y la luz se encendió.

—Erwin.— Lo nombre, mientras observaba el lugar.

Él estaba sentado en una silla y rodeado de muchas cajas, no muy lejos de donde yo me encontraba.

—¿Tienes mi dinero?—Dice, caminando hacia mí.

—Por supuesto. — Lo miré con aire de suficiencia y le lancé la mochila.

Su mandíbula se apretó, en disgusto. Y yo reí leve, estoy seguro de que no esperaba que lo consiguiera a tiempo.

—No está todo. — Ensanchó una sonrisa. — Decidí agregar intereses.

Entrecerré los ojos tratando de comprender lo que decía y apreté mis manos en puños.

—¿Intereses? — Inquiero.

Fingí una sonrisa para ocultar mi preocupación, conozco a este bastardo y sé que habla en serio.

— ¿Qué es esto? ¿Un banco? No me jodas. — Digo, ya irritado. — Ya tienes lo que querías, ahora no me vuelvas a buscar. — Me di vuelta negado a seguir escuchando la mierda que tenía para decir.

—Sabes que no puedo dejarte ir, Levi. — Canturreó.

Lo ignoré completamente y seguí caminando, pero cuando abrí la puerta, dos hombres se posicionaron frente a mí, bloqueando mi paso.

—Entren. — Dijo Erwin.

Di varios paso atrás y asesiné a Erwin con mi mirada.

—¿Qué es esto? — Pregunté atónito.

Un frío temblor recorrió mi cuerpo cuando reconocí a uno de ellos.

El bastardo de aquella vez, no fue mera casualidad que un viejo roñoso me encerrara en un callejón y quiera desvestirme y manosearme.

—¿Así que fuiste tú quién mando a este bastardo a que me violen? Erwin ¿En serio?— Digo, la rabia brilla en mis ojos negros. — Porque no me sorprende, escoria. — Escupí— Pero que mal escogiste, no me tocó ni un pelo.

Trago saliva y trato de calmar mi tenso cuerpo, estoy atrapado aquí, y estoy más que seguro que no me dejarán ir así cómo así. Tengo que pensar bien qué voy a hacer.

—Oh, no te enojes, me dijeron que estabas viendo a alguien más. — Volvió a sentarse en su rota silla. — No podía permitir eso.

—¿Permitir qué? No soy de tu propiedad. — Solté una carcajada, algo sarcástica. — Esto es ridículo. Tienes lo que querías, no me molestes más.

No me quedaré aquí a cumplir sus malditos caprichos y él lo sabe. Con paso rápido me dirigí hacia la puerta.

—No te vas. — Dijo alguien detrás mío y me tomó del brazo.

—Suéltame.

Precionó mi brazo, casi cortandome la circulación y abofeteó mi cara, logrando que mi nariz sangre.

Me arrastró hasta Erwin y  me obligó a arrodillarme frente a él. Uno de ellos tiro de mi cuero cabelludo y precionó mi cara contra el sucio piso,  mientras intentaban atar mis brazos.

—Ya te lo dije, no puedes irte sin pagar. — Erwin rompió el cuello de mi remera, y mi cuerpo se congeló.

Otro, agarró mi boca y trato de poner algo dentro, me moví violentamente negado a tragar cualquier cosa que me dieran.

—Abre la boca. — Gruñó Erwin, presionando una pastilla sobre ella, y apreté fuertemente mis labios.

Me retorcí en el duro suelo tratando de evitar que ataran mis manos y sacudí mi boca, pero fue inútil, en ese mismo momento Erwin pateó mi estómago y metió sus dedos hasta el fondo de mi garganta. Gemí de dolor y escupí sangre.

Ew.

—¿Qué me diste? — Intenté gritar, pero sentía que mi garganta quemaba.

—No paras de moverte, algo tenía que hacer. — Se excusó.

Maldito juego de palabras. Algún tranquilizante o paralizador. Tengo que salir antes que haga efecto.

Logré liberar mis manos, gracias a qué son tan inútiles que ni eso pueden hacer, y le dí un cabezazo en la mandíbula al que estaba detrás mío.

Me paré de repente y mi cuerpo ya se sentía pesado.

Uno de ellos se abalanzó sobre mí y lo único que se ocurrió fue darle una patada en los genitales.

Suerte la mía, funcionó y me dió suficiente tiempo para salir corriendo.

Corri y corrí. Corrí mucho, o eso sentí yo, la adrenalina no me dejaba parar, y sabía que no saldría vivo si paraba. Aunque no viera hacia atrás,  podía sentir sus pasos siguiendome.

🌧️

Holaaa, buen día 🖤.

Espero que les guste el capítulo y lo disfruten.

Pregunta: ¿De dónde son? ✨
Yo de Argentina 😩✋

ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora