¿Alguna vez han experimentado lo que es estar enamorado de una persona y tener que actuar como si no importara?
¿Saber tus sentimientos y que tu mente les de significados día y noche pero aún así, tus labios no los vuelven reales y tu cuerpo no los...
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"Ojalá notaras la manera en que me he encontrado, mientras ella toca tu piel."
Según tenía entendido, y por lo que le había explicado Jisoo, el enredado dúo constituido de otra azabache y una castaña, había propuesto reunirse con la excusa de que tenían rato sin hacerlo a causa de sus actividades y ya les extrañaban.
Si le preguntan a Rosé, probablemente se sentían culpables, pero eso solo era una hipótesis.
Así que en su inmensa amabilidad, una de las interminables cualidades que enamoraron a la australiana, Jennie ofreció llevar a Rosé. Por lo que ahí se encontraba, en Boris pensando que era extraño el como una cosa tan cotidiana como llevarla en su auto, pasó de ser rutinario a sentirse extranjero.
No podía llamarle aborrecimiento, no podría describirlo de esa manera; en su lugar, se sentía... incorrecto.
Esa era la palabra, percibía incorrecto estar ahí con ellas, allí en ese auto donde 20 minutos de viaje se multiplicarían y acabarían en un éon.
Y sí, bien, la chica estaba lidiando con el hecho de que su eterno amor platónico y mejor amiga tuvo sexo con la novia de otra amiga, pero tenía modales y no la odiaba, no podía; al menos eso se decía a sí misma.
De todas maneras no evitaba el amargo pinchazo al ver a Lisa en el asiento del copiloto.
Su asiento.
Tal vez no era algo que se había grabado con hilo en el espaldar del asiento; podría decirse que era simbólico, pero eso no lograba que le revolviera menos las entrañas.
Dolía ya no ser quien cambiara la estación de radio porque estaban pasando una canción que odiaba.
Así que Roseanne se resignó a tomar su mochila, ser una niña grande, y pasarla al gran asiento trasero de Boris vistiendo su mejor sonrisa.
Veía por la ventana edificios pasar, vestigios de una selva de concreto se plasmaban en sus retinas resguardadas por un par de gafas.
Una canción que podría jurar escuchado alguna vez se reproducía en el estéreo del Jeep.
Las dos chicas en el frente tarareaban junto al vocalista, y armonizaban de manera sorprendente.
Ellas solían armonizar sorprendentemente.
¿Qué les había sucedido?
Ella intentaba quitarse el enamoramiento, no... perder a su mejor amiga.
Le estaba dando demasiadas vueltas a este asunto otra vez cuando se prometió no enfrascarse tanto en sí misma.
Así que, sacudiendo la cabeza, se dedicó a pensar en otras cosas.
¿Cómo sería la casa de Jisoo?
Habían quedado en ir a la casa de la mayor, resultando más cómodo y porque ella misma se ofreció. Lisa era la guía de la castaña al volante, pues ni ella ni Rosé tenían idea de cómo llegar al hogar de Jisoo.
