CONTRASTES 🧧

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Para mayor sorpresa mía la puerta se abrió sola, como si la gótica vivienda me diera la bienvenida. Ya se, seguramente pensarán que estoy loco y quizás lo esté o tal vez sea el único cuerdo aquí. 

Lo cierto es que ahí estaba yo entrando en un lugar totalmente desconocido con sombras moviles por doquier.

Esculturas de mármol adornaban el misterioso y amplio lugar. Muebles antigüos y gigantescos espejos se veían ocultos tras  las puertas de las habitaciones.

El polvo cubría el lugar al completo como si de un gigantezco velo se tratase. Las ventanas con sus más diversos vitrales le daban un toque de misterio a cada habitación de esa mansión.

Afuera se había lanzado el diluvio universal ya que las gotas se estrellaban contra los vitrales de las diversas habitaciones.

Mientras afuera el frío empezaba a hacerse notar, dentro el calor era muy acogedor. Así que opté  por inspeccionar la casona aquella, por lo pronto no tenia nada mejor que hacer.

Comenzaria por el primer piso ya que una parte de mí anhelaba descubrir quién o qué era aquello que desde el jardín habia visto como una sombra fugaz  tras una de las ventanas.

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Habitaciones tras habitaciones por doquier, camas vacías, sillones cubiertos de polvo, armarios con  ropas de hombre y mujer de época antigüa. Retratos de extraños. Ventanales grandes y largos con postigos de diversas formas.

Cuando empezaba a sentirme muy tonto por buscar a alguien que al parecer solo exisitió en mi alocada imaginación lo volví a ver.

Una sombra veloz pasó en el interior de la habitación que tenía frente mío. Ahí estaba y al parecer no era producto de mi mente. Abrí la puerta y me adentré ya que estando allí no me quedaría con la incognita. 

Tras  las cortinas se veía un bulto, miré al suelo y pude ver los pies de alguien. Sonreí. Lo habia descubierto.

- ¿Quién eres? - dije en voz alta - Dime - Su respiración llegaba a mí como un suave ronroneo - Perdona por haber entrado a tu casa sin permiso.

- No te acerques más - la voz de aquel era suave y juvenil - Detente ahí mismo.
- ¿Cómo te llamas? Déjate ver
-¿Por qué?

"Porque me muero de la curiosidad". Pensé aunque no fue lo que respondí por supuesto.
- Es de mala educación no presentarse ¿sabes?
- Tú tampoco lo haz hecho

- Cierto - dije frunciendo el ceño - Soy Boruto Uzumaki y tengo 16 años.

Él salió de su escondite con cierto recelo para pararse entre las penumbras. Podía verlo desde su cuello para abajo. Vestía una elegante camisa azúl con encajes pertenecientes a la época victoriana y pantalones negros con botas al tono.

Por el reflejo de la luz podía ver que él tenia cabellos azules que le llegaban a los hombros. Sus manos suaves y lisas, al igual que su cuello, tenían una tonalidad blanca pálida. Pero no podía ver su rostro. Maldita sea.

- Soy Mitsuki - dijo con su aterciopelada voz hipnótica
- Sal a la luz
- No
- ¿Qué pasa contigo? - exclamé frustrado - ¿Acaso tienes tres ojos y dos bocas?
-¡No! ¿Cómo crees eso?
- En ese caso dejate ver del todo.

Mitsuki avanzó hacia mí y al quedar expuesto por la luz, la  escasa luz que llegaba al dormitorio debido al mal tiempo de afuera, pude ver a la criatura más hermosa que nunca antes haya visto.

Ese juvenil y encantador rostro, ojos dolorados como el sol, su lozana piel de porcelana era tan blanca como la nieve misma.

Contuve el aliento al verlo, era el tritón de mis sueños. Lo había encontrado al fin pero estaba en tierra y no en el mar.

-¿Por qué te ocultas siendo alguien tan bello? - ni yo mismo supe por qué le dije eso, después de todo era un desconocido.

Él frunció el ceño y volvió  a ocultarse entre las sombras mientras decía:
- Come todo lo que quieras. Puedes esperar a que pase la tormenta pero luego deberás marcharte.
-¿Qué? ¿Por qué?
- Porque es lo que debes hacer.

Pero a mí nadie me decía lo que debía o no hacer, ni mis propios padres lo hacían. Por lo tanto, en un repentino acto  de rebeldía arrojé mi mochila al piso y me senté en uno de los sillones que adornaban esa alcoba para sorpresa de mi antipático  anfitrión.

-¿Qué haces? - Quiso saber asombrado Mitsuki - Te dije que....
- Y te oí - lo interrumpí - Pero no pienso obedecerte. Me quedo y no te molestes por la comida, no tengo hambre.

-No puedes quedarte aquí
-¿Por qué?
- Porque yo lo digo y es mi casa
-Obligame a irme entonces - lo desafié caprichosamente y eso me hizo sentir muy bien.

Mitsuki salió nuevamente a la luz y apretando los labios con la furia me lanzó una asombrada mirada. Por dios qué hermoso era.

- Bien, haz lo que quieras - dijo finalmente y se alejó de la alcoba.

Llamé a casa por mi celular para evitarles a mis padres el susto de mi ausencia. Les dije que estaba en lo de un amigo y como era de esperarse ninguno de los dos se inmitaron. Al colgar Mitsuki me observaba.

-¿Tan fácil te resulta mentirles a tus padres? - había cierto reproche en su voz
- No tuve otra opción - me defendí
- Mentira, otra mentira más - diciendome esto se alejó pero yo lo seguí ya que no dejaría que me llame mentiroso asi nada más

-No me digas eso ¿qué iba a decirles?
- La verdad
- ¿La verdad?
- Que te metiste en una casa privada sin haber sido invitado y te empesinaste en quedarte pese a haber sido echado por el dueño.

Aquello en verdad no me cayó nada bien, más aún sabiendo que intenté irme pero la puerta de entrada estaba cerrada con llave. 

- Eres insufrible ¿sabes?
- Y tú, un mentiroso
- Creo que tenías razón, mejor iré a ver que hay de comer.

- Como gustes, la cocina está al finalizar el pasillo de la planta baja - diciendome aquello entró a otro dormitorio cerrando la puerta con llave.

Así como era hermoso tambien era alguien insufrible en verdad.

Monstruosa Realidad (MitsuBoru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora