Mi subconsciente

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Esa mañana hacía buen día, probablemente el tiempo perfecto para comenzar con buen pie o eso esperaba. Me estiré en la cama medio desperezándome antes de levantarme y antes de coger el móvil me frote los ojos con las dos manos para poder ver con más claridad. Mis notificaciones no tenían importancia, aún así me quede como unos diez minutos mirando el teléfono antes de salir por fin de entre las sábanas. Bajé las escaleras con un chandal de pantalón largo gris y con una camiseta en la mano, antes de entrar a la cocina y poder coger algo para desayunar me puse la camiseta haciendo que mi pelo se despeinara aún más que antes. La cocina no estaba vacía, estaba mi padre en la mesa tomándose un café mientras leía el periódico con detenimiento, pero al parecer se dio cuenta de que estaba.
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Buenos días hijo-me dijo mirándome con serenidad y calma a la vez que apartaba su vista de las noticias de aquella semana.
-Buenos días-respondí.
-Te he traído cruasanes de la panadería de aquí al lado-dijo señalando con la cabeza la bolsa de papel que había encima de la isla de la cocina. Por si los quieres para desayunar-apuntó.
-Merci-dije a la par que cogía la bolsa y salía de allí en dirección al jardín.
Me fui a la parte trasera donde había una mesa de madera grande con cuatro sillas y al rededor de ahí estaba todo decorado con plantas de hojas grandes. El rayo de sol me daba justo en el rostro mientras disfrutaba así del desayuno que era lo que en esos momentos me acercaba más a mi casa. Una vez me los terminé me quedé un rato disfrutando de aquel sol mañanero y después entré a dentro a tirar la bolsa, ya vacía.
Mi padre no me dijo nada del coche, tal vez ni se había dado cuenta de que lo había cogido o simplemente le daba igual. Subí de nuevo a la planta de arriba y me la encontré justo ahí en el momento preciso en el que ella iba a bajar las escaleras.
Tenía el pelo suelto y un poco despeinado, la misma camiseta de la noche anterior la cual debía ser su pijama y unos calcetines altos. Al verme bajo la mirada y se puso el pelo de uno de los lados por detrás de la oreja y sin pronunciar palabra bajo por el hueco que quedaba a mi derecha, rozándome ya que yo me había quedado quieto sin moverme y sin dejarle espacio para que bajara. También callado, continué en mi dirección y me metí en la habitación para coger la ropa que me iba a poner.
Después de haberme vestido y haber adecentado la habitación más o menos fui al baño a asearme. 
Una vez listo, volví donde se encontraba mi padre. Ya no estaba en la cocina sino que estaba en el sofá del comedor, me senté al lado ya que pretendía preguntarle cuándo iba a comenzar a trabajar, que era realmente para lo que había venido.
-¿Cuándo tienes pensado empezar?-le pregunté una vez ya sentado.
-Mañana comenzaras-contestó-te llevaré a las oficinas y te enseñaré donde tendrás que estar-continuó.
-Perfecto-respondí.
-¿Necesitas algo?-me preguntó.
-No-respondí sin tampoco saber a qué se refería.
-Es que he visto que me has cogido el coche y quizás necesitas uno.
Sabia que se había dado cuenta de que le había cogido el coche la noche anterior, me hubiera parecido muy raro que no me lo hubiera acabado diciendo.
-Ah, si lo cogí-afirmé.
-Si quieres vamos a comprarte uno hoy. Prefiero que tengas tu propio vehículo para moverte por aquí.
Supongo que al tener tanto dinero quería que yo tuviera de todo lo que necesitara para que me sintiera más a gusto en su casa. Vamos a ser sinceros, estaba claro que no le iba a negar a mi padre un coche, porque si me lo ofrecía es porque fácilmente podía comprármelo y la verdad es que me iría de fábula un coche para ir a mi rollo y no tener que esperar a que el no estuviera utilizando el suyo para cogerlo.
-Yo estaré encantado no te voy a decir que no-respondí con una sonrisa.
-Perfecto pues si estas listo vamos ahora que no tengo nada que hacer-dijo a la par que se levantaba del sofá.
Nos subimos a su coche y nos dirigimos a comprarme un coche. Una vez allí la decisión fue difícil porque había muchos coches, mi padre tenía claro que quería que fuera uno de alta gama porque a parte de que a él le encantaban sabía que a mí también y que me haría mucha ilusión tener uno. Él me aconsejo y finalmente me compró un maserati.

Siempre perdurarásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora