Balones e Intereses Personales

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Capítulo 9

Ese lunes, según tenía entendido Anders, Killian había decido entrar a la inducción de una de sus clases de ese período; ya que había oído que el profesor de esa asignatura daba puntos extra por asistencia, y el peliverde no iba a arriesgar perderse de obtener puntos extra sin hacer nada más que sentarse a oír las palabras del profesor. Killian ya estaba en su tercer año de Ingeniería Mecánica y las clases se iban poniendo más difíciles cada año.

Así que el castaño había decido esperar por el peliverde en las gradas de entrada al edificio donde él estaba recibiendo la inducción.

Su mirada se encontraba puesta hacia la parte baja de las gradas, por donde veía pasar a todos los alumnos que pasaban de un edificio a otro. Estaba sentado encima de la pared que hacía de pasamanos y su espalda se encontraba relajada contra la pared donde se unía el pasamanos a la fachada del piso de entrada. Una pierna la mantenía curvada sobre el pasamanos y la otra la tenía balanceándose en el aire fuera del edificio y de esta colgaba peligrosamente su mochila.

Mientras la música sonaba desde sus auriculares sonreía, pensando en el susto que se llevaría la gente que pasaba por debajo de él si su mochila llegaba a caerse de su pierna al piso de abajo. Aunque tampoco es como si pudiera herir a alguien con ella ya que por los momentos se encontraba vacía.

La música que escuchaba lo hacían querer hacer travesuras y es por ello por lo que se encontraba jugando con su mochila guindada sobre su pie, de lo aburrido que estaba, dedició ponerse a contar los segundos en los que ésta se tardaba en caerse.

A veces se preguntaba cómo algunos estudiantes se podían quedar en el campus esperando a su próxima clase de la tarde en vez de irse a casa y relajarse. Justo lo que él había querido hacer, pero no había podido debido a las actividades que se habían llevado a cabo en su día. Su hermana, la petición, más bien orden, de su abuelo, y luego el encuentro con esa chica Sofía.

Anders frunció el ceño, ¿en serio había ella pensado que él querría tener en su posesión una bomba de tiempo que podría destruir la poca paz mental que había conseguido a través de los años?

Demonios, Dimitri y él aun tenían como recuerdo de un año tan destructivo para él, las cicatrices que los dos cargaban, cicatrices que los hacían solo recordar las noches de bar y estúpidas apuestas, las peleas y las huidas de casa, el alcohol en el cuerpo tanto dentro y como por fuera después de curarse las heridas o vomitarlo de vuelta.

Anders se mordió el labio. Él ya no quería volver al pasado.

Con un suspiro lento, se inclinó para tomar su mochila y dejarla en el piso al lado del pasamanos y dejó a su cabeza finalmente recostarse sobre la pared atrás de él. Cerró sus ojos y dejó su mente en blanco, concentrándose solo en las canciones que su lista de reproducción tocaba de forma aleatoria.

Su mano derecha se movió encima del reloj en su mano izquierda y lo deslizó un poco fuera de su posición para pasar su dedo anular sobre la tinta escondida en su piel.

No supo cuánto tiempo pasó hasta que una voz gritaba en su mente: Anders, Anders, ¡Anders!

Luego vio algo rojo, eran sus nudillos y sintió el grito de la multitud a su alrededor. Un par de manos sujetándolo y alejándolo del cuerpo que yacía en el suelo agarrándose el rostro.

Sintió su cuerpo tan liviano que juraba el viento podía llevárselo, así de fácil, como las manos sujetándolo lo estaban moviendo y acercando más a la voz que seguía repitiendo su nombre...

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