Encuentros con la Desgracia

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Capítulo 7

El castaño se bajó de su convertible BMW azul marino y tiró sus gafas de sol en el asiento del conductor. Si tenía suerte tal vez no se le olvidaban y las terminaba aplastando con el trasero luego, como le había sucedido al resto de los otros cien pares que llevaba destruidos desde el comienzo del año.

Al poner el primer pie dentro del campus de la universidad lo primero que notó fueron las miradas de todos sobre él, algo que ya no le parecía insólito teniendo en cuenta la reputación que se había ganado el año pasado como el típico niño heredero rico, pero la ironía recaia en que que nadie podía decir era hijo de mami y papi porque simplemente no tenía padres.

Podía sentirlos a todos ellos, sus auras, leer sus pensamientos a través de sus miradas:

Admiración...

...Envidia...

...y por, sobre todo, podía sentir la irritación de varios siempre que lo miraban y tan solo eran las 5:30 de la mañana.

No podía decir que era una irritación injustificada de parte de ellos, ya que él había dado mucho de qué hablar el año pasado, y a pesar de todas sus metidas de pata aún seguía en la universidad.

El respiró profundo y siguió caminando. Él no era de los que se presentaría a la universidad una semana antes del inicio de clases, pero ese día venía con un propósito. Su abuelo había querido que le enseñara el lugar a su hermana, y ambos se habían puesto de acuerdo para encontrarse en el campus media hora antes de la hora de entrada de la primera clase de la rubia, que empezaría a las seis. 

No sabía que horario había escogido su hermana, pero podía adivinar que había decido sacar cuantas clases generales le fueran posibles si había escogido un horario tan temprano para la primera clase.

Mientras el castaño caminaba a través del estacionamiento con las manos dentro de sus bolsillos, tenía el rostro pintado de sueño e irritación. Su primera clase de inducción no empezaba sino hasta las nueve y por eso es por lo que después de enseñarle su casillero y la ubicación de las aulas de la rubia, planeaba ir a dormir al dormitorio de su amigo que vivía a minutos del campus. Era bastante cerca y si se le apetecía podía hasta caminar a la residencia de estudiantes.

Cuando llegó a la estatua ubicada en el redondel de entrada, se quedó sentado en las bancas de mármol que estaban dispersas por el jardín alrededor de la estatua, ahí había prometido esperar a la rubia.

Ni bien habían pasado unos minutos, cuando oyó a alguien decir su nombre.

Cuando el castaño levantó la mirada, quedó estático al ver a la persona dueña de la voz.

¿Qué demonios estaba haciendo ella ahí?

Anders se puso en pie lentamente, sin apartar su mirada de la chica de pelo rojo parada frente a él, como si estuviera visualizando un fantasma. Ella sin embargo, solo parecía sorprendida de verlo a él, pero también había otro tipo de sentimiento que corrió por su rostro.

—Sofía, pero ¿qué diablos haces aquí? —preguntó el castaño, con el ceño fruncido.

La pelirroja alzó las cejas y con su barbilla señaló a su derecha donde estaba la entrada a la universidad de artes.

—Estudiare literatura aquí —le respondió ella y luego agregó con una especie de alivio recorriendole el rostro—, entonces aun no me has olvidado.

Por un momento el castaño había estado asustado de que fueran a estar en la misma universidad por que la chica lo hubiese seguido hasta ahí tras descubrir donde estudiaba.

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