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Capítulo 4
Angéle tenía sus pies sobre la orilla de la mesita de vanidad mientras esperaba su turno para ser arreglada. En sus manos estaba su celular ya que construía su ciudad en su juego favorito de SimCity BuildIt.
Ese día la productora que tenía los derechos de la serie donde ella y Alec estaban actuando, iba ser partícipe de uno de los eventos más importante para uno de sus patrocinadores, y ellos habían sido citados debido a que ese mismo patrocinador estaba pagando el gasto de vestimenta de cada uno del elenco, como regalo previo por participar de dicho gran evento.
Cada uno de los actores estaba esperando a que los maquillistas los alistaran y después cada actor sería llevado al lugar del evento en autos de lujo. Antonella aún se preguntaba cuál de todos los patrocinadores tendría tanto dinero para llevar a cabo tantos detalles para la gala de esa noche y que fuese a tan grande magnitud, puesto que había oído que hasta el alcalde de la ciudad estaba invitado a él.
En lo que Angele buscaba clavos en el comercio internacional del juego para poder seguir modificando las residenciales de su ciudad "Blond Paradise", ella no pudo evitar rodar los ojos al oír la voz fastidiosa que no paraba de hablar en la otra esquina del vestidor, retrasando al maquillista de pintarle los labios a la dueña de dicha voz y evitando que ayudara a los demás actores que estaban esperando en el salón de maquillaje.
—Y ellos no paraban de alabar mi vestimenta del último capítulo, o sea todas mis amigas estaban celosas de mi porque estaba usando un conjunto Dolce & Gabanna como el uniforme de mi personaje todos los días —chillaba su compañera de actuación, Aspen.
Angéle juraba que la voz de esa chica, la otra actriz principal que hacía del personaje de Antonieta Pattelle, era la voz que escuchabas cuando la muerte venía por ti dándole tintes de desesperación y agonía a tu último aliento.
La rubio de ojos azules observó de reojos como el maquillista intentó acercarse a los labios de la otra chica con el labial para ponérselo, pero de nuevo su compañera de elenco empezó a hablar y el maquillista solo pudo retroceder y cerrar una mano en un puño como su única forma de molestia. Pobre tipo, era todo un santo, porque Angéle ya habría tomado ese labial y se lo hubiese clavado en un ojo a su compañera.
—Y me dijo el director que me permitirían quedarme con un conjunto como recuerdo de la serie. ¿Puedes creerlo? No creo que a ninguno otro actor le concedieran ese tipo de honor. Pero claro, no falta el envidioso que quiere arruinarlo todo, o sea el jefe de vestuario siempre me ha odiado porque el director me prefiere a mi más que a los demás. O sea, eso no es mi culpa ¿ya ves? Pero igual no evita que ese tipo quiera impedir que los demás hagan cosas bonitas por mi —Y la otra rubia de ojos café a medio maquillar seguía parloteando sin pausa como si respirar no fuera una necesidad vital para sobrevivir.
Angéle, quien sonreía para sí misma, solo podía imaginar que la otra rubia se ahogaba por un lápiz labial incrustado dentro de su garganta en lo que seguía segando los alimentos que sus fábricas producían para alimentar a sus ciudadanos.
—Aspen —dijo una voz, fuerte y en tono serio, parando a la rubia en media oración, era la voz de Alec que acababa de llegar hacía unos cinco minutos y estaba parado en el umbral de la puerta con los brazos cruzados y en su rostro se veía cierta irritación—. Si tus palabras fueran hermosas decoraciones que adornan tu rostro tus labios ya estarían pintados y listos, pero no, no lo son, son peores que chupar una bolsa entera de limones; así que guarda silencio y deja que te pinten los labios de una buena vez.
Aspen, la otra rubia de ojos café jadeó, arrugando su rostro en una mueca de indignación.
—¡Pero como te atreves, Alex! —exclamó ella poniéndose de pie.
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Nuestra Juventud
Teen FictionCada joven tiene una vida diferente que a penas empieza a entender, las amistades y noviazgos los van formando en lo que en un futuro se convertirán. ¿Qué quieren ser? ¿Qué quieren los demás que ellos sean? Cada uno cree saber cómo se debe vivir dí...