Solo las Estrellas lo sabrían

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Capítulo 2

De nuevo se encontraban huyendo, esa era la historia de las vidas de ambos desde que habían cerrado el trato con la fama.

Angéle tenía su frente apoyada en su palma mientras su codo estaba apoyado en la ventanilla de la camioneta de Alec. Los vidrios estaban cerrados y el aire acondicionado estaba al tope, pero, aun así, los dos se sentían sumamente acalorados tras la persecución con los paparazzi.

En cuestión de minutos, que le parecieron una eternidad a la rubia, cruzaron la ciudad hacia la zona de condominios residenciales. Alec condujo a una especie de estacionamiento subterráneo de uno de los edificios más altos de la zona. El guardia le pidió su identificación y de inmediato la reja se abrió para él.

-Acuérdame de pedir mi identificación cuando nos vayamos -dijo el castaño, rompiendo el silencio tenso de hace unos momentos, al mismo tiempo que conducía la Hummer al lugar más cercano al elevador para dejarla estacionada.

Angéle solo asintió con la cabeza, suspirando. Alec tampoco esperaba una respuesta verbal de parte de ella, la conocía, cuando estaba estresada solía callarse casi de forma hermética.

Ambos bajaron de la camioneta, sintiéndose un poco más seguros sabiendo que los guardias no dejarían entrar paparazis al lugar sin previa autorización de algunos de los residentes.

Ambos tomaron el elevador y Alec presionó el botón con el numero "8" gravado en color plata. A través de las paredes de cristal del elevador, Alec observó como su amiga fruncía el ceño y sacaba su celular, estaba a punto de decirle que ni se le ocurriese visitar las páginas de algún portal de farándula hasta que la vio abrir la aplicación de mensajería y abrir un chat.

Le estaba escribiendo a su madre, diciéndole que había ocurrido una emergencia y los habían llamado a Alec y a ella de vuelta al set de grabación. La rubia no quería mentirles a sus padres, pero ellos enloquecerían y la encerrarían en el sótano de su casa si se enteraban de que habían sido participe de una persecución con paparazis. Ella conocía a sus padres y sabía que ellos usarían cualquier excusa para alejarla del mundo de la actuación, pero estaría loca si les permitiera quitarle algo que la rubia amaba con pasión hacer.

Es por eso que ella aprovecharía sus dos primeros años de universidad para explotar sus papeles de actuación, ya que sabía por amistades cercanas que el tercer año de medicina es donde empezaría a ponerse todo sumamente más pesado y no tendría mucho tiempo para hacer lo que le gustaba, pensar en ello siempre la hacía sentir que un nudo en su garganta la quería ahogar. Pero respiró hondo y trató de mantener la calma, sabía que pronto estaría en la guarida de uno de sus enemigos y no le permitiría verla fuera de control y toda emocional, sino que le quitaran el apellido Chevallier de una buena vez si no era igual de estoica que sus demás familiares.

El timbre que anunciaba que habían llegado al piso indicado sonó, sacando a la rubia y al castaño de sus cavilaciones.

Ella siguió a su mejor amigo, que buscaba el número de puerta correcta. Cuando la encontraron, Alec tocó el timbre anunciando su llegada y ambos esperaron tras la puerta negra a que les abrieran.

Después de unos minutos, hubo ruido tras la puerta y esta se abrió, dejando ver el pecho bien tonificado y bronceado de un hombre.

Angéle de inmediato elevó la mirada, alejando sus ojos del cuerpo esculpido del dueño del condominio, dejando a sus ojos mejor posarse en el rostro de su enemigo.

Santiago Brams les sonreía con esa fastidiosa sonrisa engreída que estaba pegada siempre en su rostro. Él se apoyó sobre el marco de su puerta con los brazos cruzados. Tenía una perfecta ceja negra alzada, divertido por ver a la rubia parada frente a su puerta.

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