•Prologue•

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Está historia no es apta para menores de edad, contiene escenas de sexo explícito, G!P.

Les ruego que si no les gusta no la lean, no es mí intención que se lleven un disgusto ni estoy dispuesta a leer comentarios haters.

~ Helena Mikaelson~

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- Abre las piernas.

Ella obedeció.

- Estás muy mojada. Mira.

Cuando él le colocó el espejo debajo, pudo mirarse y ver cómo su miel goteaba de entre sus hinchados labios vaginales. Él deslizó sus dedos a lo largo de su hendidura. Ella gimió y se arqueó contra su mano.

- Abre más las piernas.

Sosteniendo sus propios pechos, pellizcando sus hinchados pezones, ella se reclinó y extendió las piernas tanto como fue capaz.

- ¡Entra en mí, ahora! - Exigió ella.

Agarrando sus muslos, empujó su polla dentro de ella y comenzó a bombear, despacio al principio y luego más rápido, más profundamente.

Ambos gimieron.

Desnuda, Sam se echó sobre su cama, con las manos colocadas perezosamente detrás de la cabeza. Todavía flácido, su pene se curvaba sobre sus testículos. Con una mueca de aburrimiento, alcanzó el mando a distancia y adelantó la película. Pronto aparecieron dos parejas brincando en la pantalla. Ni aún así consiguió excitarse.

Mascullando una maldición, pasó las piernas sobre el borde de la cama y se puso de pie.

- No sé ni por qué me molesto.

El descontento inundaba su mente. Ninguna mujer había despertado su interés desde que... Pero, seguramente ahora ella ya estaba casada y su marido le dejaría otra cicatriz, para hacer juego con la primera, si alguna vez se atrevía a acercársele de nuevo.

Sam se pasó las manos por el cabello. ¿Por qué se mentía a sí misma? Incluso con ella, sólo había habido la emoción de la persecución, la búsqueda de lo prohibido.

Agitada, abandonó su dormitorio sólo para volver unos minutos más tarde con una copa de su vino tinto favorito. Una mujer solitaria aparecía ahora en la pantalla, divirtiéndose a sí misma. Su pene se excitó.

- Pero ella está allí, y yo estoy aquí, y hoy no tengo ganas de masturbarme - Refunfuñó al cuarto vacío - Quiero una mujer que sea diferente, cuyas respuestas no estén planeadas ni coreografiadas. Una mujer que me valore por mí misma, no por mi riqueza o mi apellido. ¿Podría existir una mujer así en algún lugar? - Riendo amargamente, Sam se tragó el vino - He estado en todas partes.

La luz roja del intercomunicador parpadeó. Dejando la copa sobre la mesa, pulsó un botón.

- ¿Qué?

- Los hemos perdido. Oímos ruidos de lucha y luego perdimos la señal de sonido.

- Voy en camino.

Agarrando su ropa de la silla situada junto a la cama, Sam se puso el uniforme de tamaño auto-ajustable. Luego, meneando la cola con cólera apenas controlada, dejó sus habitaciones y se dirigió al puente de mando de la nave espacial.

Pasiones Celestiales (Agentreign)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora