Alura apenas había alcanzado a mostrarle a Alex su habitación cuando Sam entró precipitadamente en el cuarto de estar.
— ¿Alexandra, algo anda mal?
Asombrada, la pelirroja miró fijamente a su esposa.
— ¿Qué si algo anda mal? ¡Juegas hockey de amígdalas con otra mujer y me preguntas que si algo anda mal!
Alura se retiró. Era mejor huir que estar entre Samantha y Alex.
— ¿Hockey de amígdalas? Alexandra, no entiendo...
La pelirroja lanzó su trenza sobre un hombro y apoyó las manos sobre las caderas.
— ¿Cómo pudiste besarla así?
El entendimiento se reflejó sobre la cara de Sam.
— ¿Andrea? Ella hacía la mayor parte del beso.
La boca de Alex quedó abierta. La cerró de un golpe apretando los dientes.
— ¿La mayor parte?
Sam deslizó los dedos por su cabello.
— Bien, ¿qué se supone que debía hacer yo?
— ¿Qué se suponía que debías hacer? ¡Oh, idiota!
Al pasear sus ojos por la habitación, la terrícola descubrió un pequeño florero que estaba situado sobre una mesa cercana. Con un paso quedó al lado de la mesa.
Sam lo esquivó mientras éste volaba sobre su cabeza, rompiéndose contra la pared a sus espaldas.
— Maldición, Alexandra... — La castaña era más rápida que ella y sostuvo sus brazos alrededor de su cuerpo.
— ¡No me maldigas tú a mí! Tú eres la única que...
— He besado a alguien más. ¿Y?
— ¿Y? ¿¡Y!?
Alex luchó en sus brazos, pero la capitana no quiso liberarla.
— Alexandra, detente, te harás daño.
Ella enterró un codo en las costillas de la castaña, luego maldijo cuando esto le dolió.
— ¿Cómo podría hacerme daño a mí misma? Tú eres la que me sostiene. ¡Déjame ir!
— Sólo si prometes no lanzarme nada más. ¿Por qué me lanzaste ese florero?
— ¿Por qué? ¿¡Por qué!?
Confusa, Sam miró fijamente su cara.
Piensa que debería saber por qué está teniendo esta rabieta. ¿Es sólo porque me han besado? ¿Qué importa eso? Ella es una antigua compañera de cama. No podía ignorarla.
Entonces pensó en los besos desde el punto de vista de Alex.
¿Y cómo se supone que debería saberlo, idiota? Todo lo que ha oído durante meses es cuán promiscuos son los kryptonianos. No entiende.
Cuando Sam estuvo segura de entender porque Alex estaba furiosa la soltó, despacio, con una disculpa.
— Lo siento, Alexandra. Olvidé que no eres kryptoniana.
— ¿Y qué tiene que ver eso con el precio del té en China?
— ¿Té? ¿China? No entiendo.
Alex cruzó sus brazos sobre el pecho y la fulminó con la mirada.
Agradecida de que Alex ya no buscaba cosas para lanzar, Sam continuó:
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Pasiones Celestiales (Agentreign)
RandomAlexandra Danvers hizo lo que cualquier otro ser humano decente haría, rescatar a un par de extraterrestres que su jefe estaba a punto de diseccionar y llevarlos de regreso a su nave espacial. En el proceso, fue capturada por un científico alienígen...