•Chapter Fourteen•

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Alex observó el jarrón de flores sentada en la mesa. Su deliciosa fragancia llenaba la habitación. Contra su voluntad, su espíritu se alzó. ¿Dónde estaba Samantha ahora? Si creía que podría continuar comprando su perdón con regalos exóticos, estaba equivocada.

¿Te gustan? — Preguntó Sam tras ella.

La pelirroja aspiró profundamente.

Son adorables. Nada en la Tierra es comparable.

Alexandra...

No le dio ninguna oportunidad de terminar.

No puedo vivir así, Samantha. Quizás a las mujeres kryptonianas no les importa si sus parejas las engañan, pero a mí sí.

¿Engañar?

Se dio la vuelta para enfrentarla.

No te hagas la tonta, Sam. Sabes exactamente qué quiero decir. No quiero compartirte con otras mujeres. Si no puedes aceptar eso, me iré.

Estás embarazada de mi hijo. Nunca te dejaré ir — Respondió ella rígidamente mientras daba un paso hacia su esposa.

¿Y eso es todo lo que soy para ti? ¿Una yegua de cría?

No.

Oh, lo olvidaba. Soy el cebo en tu trampa para Lord.

¡Demonios, Alexandra! Vine aquí para disculparme.

La empujó a sus brazos y alzó su boca hasta la suya. Como siempre, su beso fue devastador, exigiendo una respuesta a la vez que prometía todo.

Alex se derritió contra ella ¿Cómo había podido vivir sin esto? Cuando Alex se relajó en sus brazos, Sam alzó su boca y la miró profundamente a sus angustiados ojos avellana.

Ven conmigo. Madre ha reunido a todo el personal. Diles lo que harás y te apoyaré, sin preguntas.

La pelirroja la miró, tensa. ¿De verdad había pensado lo que decía?

Madre y abuela están esperándonos. Tú llevas dentro al heredero de los El. Puedes ordenar cualquier cosa.

Alex alzó la barbilla y entrecerró los ojos.

Piensa mejor lo que dices, Samantha, o haré de tu vida un infierno.

Cuando entraron en la biblioteca, cada par de ojos en el sitio voló hacia Alex y luego especulativamente hasta Sam. Una de las doncellas de aquella mañana fue demasiado lejos cuando le envió una provocadora sonrisa. Aquella sonrisa avivó el ya ardiente temperamento de Alex. Zorra. No sabes con quien estás tratando. Dando un paso hacia el grupo reunido, entrecerró los ojos y dijo muy lenta y decididamente.

Samantha El es mi esposa y no voy a compartirla con nadie — Fijando los ojos en las dos doncellas que había encontrado con Sam aquella mañana, continuó — Si tienen alguna calentura que aliviar deberán llevarla a cualquier otro lado.

¿Una calentura que aliviar? — Susurró Patricia a Sam.

Ella se encogió de hombros. Era la primera vez que oía aquella frase tan particular.

Varias de las doncellas se movieron en sus sitios nerviosamente. Alex había conseguido su propósito con ellas. La alta doncella que se encontraba al frente, sin embargo, todavía tenía una sonrisa satisfecha en la cara.

Alex se enfrentó con ella.

¿Cómo te llamas?

Kitena — Ronroneó la doncella, deslizando los ojos sobre Sam.

Pasiones Celestiales (Agentreign)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora