8. Panquecito de moras.

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Jungkook se preguntó si parecería un demente si sólo saltaba sobre Seokjin, lo rodeaba con sus brazos en busca de ese calor y muy agradable aroma, con la excusa de que él vio primero aquel panquecito.

Al final del día, creía tener la suficiente confianza con él como para hacerlo sin que se enfadara o algo por el estilo. Todas las miradas que posiblemente atraerían... sí, podría soportarlo. ¿Las preguntas de Yoongi y Taehyung? Bueno, tenía la justificación perfecta de que ellos también solían estar pegados como chicle.

Era el primer día de regreso a clases y habían quedado en la cafetería dentro del campus que pocas veces visitaban, en realidad solían usarla como una referencia para reunirse antes de partir a otro lugar que brindase mejores alimentos.

El único extraño, nuevamente, parecía ser Seokjin, ante su placer culposo por los panquecillos de moras que sólo podía encontrar ahí.

Jungkook había tenido un día movido a pesar de ser tan sólo el inicio del nuevo semestre, por lo que logró recuperar el aliento hasta que ingresó a la cafetería y en efecto, halló a sus tres amigos ya esperándolo. Y aunque los recién llegados de Nueva Zelanda lo habían saludado con la mano (uno de ellos impaciente por hablar de sus vacaciones anuales), él los pasó de largo para dirigirse hasta donde Seokjin hacía su pedido en el mostrador.

Y no, no saltó sobre él. Prefirió rodear su cintura con los brazos y colocar su mentón en el hombro ajeno. Lo mejor sin duda fue la reacción de Jin, quien parecía haberlo estado esperando, pues lo recibió ladeando la cabeza para sonreírle de esa bonita manera con labios juntos y mejillas abultadas.

—JK. –Saludó en un susurro.

Y el mencionado quería jugar. —Yo vi primero el panquecito.

—¿En serio? Es una lástima, ahora está en mi charola.

—Puedo hacer una revolución aquí con el barista.

—Buena suerte, ya lo he pagado y estoy esperando mi cambio. –Rió burlón cuando el empleado salió por la puerta contando las monedas.

—Jan. –Se quejó Jungkook, alargando su sobrenombre luego de finalmente soltarlo y colocarse a su lado tras la mirada reprobatoria del hombre mayor.

—¿Qué pasa? Creí que no te gustaba la comida de aquí. –Dijo Seokjin recibiendo su dinero por parte de un cascarrabias empleado. —Uh, gracias. –Se limitó a decir cuando lo escuchó carraspear. Tomó su pequeña charola con una mano y con la otra jaló la chaqueta de mezclilla de su amigo para retirarse cuanto antes.

Jungkook rió entre dientes debido a la escena, había resultado más gracioso después de todo.
—¡Hey! No me mires así, yo de verdad quería ese panquecito. –Continuó cuando el rubio le reprendió con la mirada.

—En más de un mes jamás pareciste interesarte por ellos. ¿Cuando cambió eso?

Antes de lograr llegar hasta donde sus amigos, Jungkook vio que no tenía nada que perder. Fingiendo inocencia, murmuró con seguridad: —Cuando me di cuenta de que me encantan las moras.

Seokjin detuvo su andar, en automático deteniéndolo a él también. Ambos compartieron una mirada y Jungkook se emocionó porque, claramente no había mentira en su sentencia, pero detrás existía un gran trasfondo coqueto que rogaba por ser correspondido, o al menos entendido.

Eso no ocurrió. —¡A mí también! Ya tenemos otra cosa en común, niño. –Y risueño retomó su camino hasta tomar asiento frente a Yoongi.

—¿Niño? –Preguntó Jungkook al aire. Ya había perdido la cuenta de cuántas veces su hyung lo había llamado así. Únicamente pudo suspirar y algo abatido, se les unió en silencio a la mesa.

Excusas para abrazar a Seokjin [jinkookjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora