6. Quince segundos.

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Era sabido que Jeon Jungkook solía actuar antes de pensar las cosas.

Y ahí estaba él, con Seokjin pobremente sosteniéndolo entre sus brazos para lograr alcanzar la ventana ridículamente alta del salón en casa de Yoongi.

—Te dije que era una mala idea. –Repitió Seokjin, con la cabeza echada hacia atrás, acalorado y con los brazos temblando por el esfuerzo que no estaba acostumbrado a hacer, (como lo era cargar a otra persona).

—Ah, hyung. –Se quejó Jungkook en cuanto fue colocado nuevamente en el suelo. Sabía que de esa manera jamás entrarían y, honestamente, no le gustaría dejar ir a Jin luego de que éste fuera el que había propuesto verse nuevamente, por primera vez, solos. —Ya sé, yo te empujaré a ti.

—¿Uh?

—Sí. Quiero decir, no cuestiono tu fuerza pero... –El mismo Seokjin lo interrumpió batiendo la mano.

—Sólo apresurémonos, ¿Quieres? –El pelirrojo asintió con insistencia, colocando una rodilla en el pavimento y la otra pierna flexionada en un ángulo de 90° para que Jin subiera fácilmente. —Ah, JK, cuando me pediste que no dudara de tus capacidades, pensé que sabías en donde ocultaban una llave de repuesto, no esto. Estamos invadiendo propiedad privada, lo sabes, ¿no?

El nombrado puso los ojos en blanco. —Vivimos más aquí que en nuestros dormitorios.

—Explícale eso a la policía cuando nos atrapen.

—No pasa nada, conozco a alguien dentro del cuerpo policial. –Ante el silencio, agregó: —Por eso nos estamos dando prisa. Estírate más, creo que puedes alcanzar los barrotes.

—Eso intento, niño. –Arremetió, elevando la voz. —¿No ves que estoy en puntas?

Jungkook frunció el ceño. —¿Niño? –Y como si no estuviese sosteniendo un cuerpo de un similar peso al suyo, ágilmente se levantó y rodeó la cintura de Seokjin con los brazos.

—¿Qué haces? –Cuestionó el rubio sin poder ocultar la sorpresa y nerviosismo en su interior, él podría jurar que el agarre era mucho más fuerte de lo necesario y aun así Jungkook no aflojó los brazos.

—Hyung, mira arriba. –Pidió fingiendo inocencia cuando sus ojos se encontraron. —Ya deberías ser capaz de tocar los barrotes, dime cuando estés listo y te empujaré.

La afirmación llegó luego de largos quince segundos que ambos contaron a la perfección. —Lo tengo.

—Cuando estés del otro lado, ten cuidado al bajar. Justo debajo de ti habrá una mesita con un florero ridículamente feo y costoso al mismo tiempo. Para dejarme entrar, debes teclear el código de seguridad correctamente o de lo contrario sonará una alarma.

Aferrado a los barrotes, Seokjin repasaba la información mientras empujaba hábilmente la ventana hacia un costado. —¿Tiene un código de seguridad interno? He visitado este lugar por semanas y jamás me enteré de ello.

—Yoongi puede ser paranoico... de todas maneras sólo lo activa cuando sabe que estará mucho tiempo fuera.

Lo miró desde arriba, algo preocupado. —¿Cómo sabremos el código?

El menor se puso risueño cuando encogió los hombros, como si la respuesta fuese demasiado evidente. —El nombre de la persona que más ama en este mundo. Mayúscula y minúscula invertida.

Seokjin finalmente se coló dentro. La altura en comparación con el exterior era mayor, pues no existían aquellos tres escalones de la entrada. Se dio la vuelta y casi arrastrándose por la pared, bajó poco a poco, teniendo siempre cuidado de no dejarse caer sobre la mesa que protegía el jarrón que mencionó Jungkook. Una vez estuvo seguro de que nada se rompería a su paso, se soltó y agradeció que sus extremidades no dolieran luego de la caída. Avanzó por el pasillo hasta la puerta entre pensamientos que lo avergonzaban un poco, ciertamente nunca pensó entrar a la fuerza a una casa que no era la suya, y poco importaba que se tratase del hogar de uno de sus amigos, sencillamente no estaba bien. Entonces se dio cuenta de que él jamás habría hecho algo similar, de no ser por Jungkook...

Tecleó «TaEhYuNg» sin dudarlo y la puerta se destrabó al instante, así pudo abrirla y dejar pasar al sonriente pelirrojo.

Se dejaron caer en el sofá y Seokjin se sintió exhausto a tan sólo veinte minutos compartidos con el menor. Se preguntó entonces si es que realmente era malo socializando o, por el contrario, Jungkook era algo jamás vivido.

Sus pensamientos iban más por la segunda opción cuando escuchó el sonido de la cámara que emitía cualquier teléfono móvil actual, indicándole que su amigo acababa de tomar una foto y abriendo rápidamente los ojos (sin saber en qué momento los había cerrado), se dio cuenta de que era una selfie de ellos dos; Jungkook todavía hacía el signo de paz y sus labios fruncidos entreabiertos dejaban ver los dientecitos que comenzaban a volver loco a Seokjin.

Sonriéndole a la pantalla tras ver el resultado, buscó la aprobación ajena, hallando un ceño fruncido. —Yo... preferí que estuvieras distraído o jamás habrías aceptado tener una fotografía conmigo.

De verdad que Jin no entendía el contexto de la situación. —¿Por qué querrías tener una foto conmigo?

JK suspiró. —Te veías tan preocupado por allanar la casa de nuestro amigo que decidí enviar evidencia a Yoongi. Créeme, él no se molestaría, y por el contrario reiría al ver esta foto... te aseguro que así nos molestamos, Jinie hyung. No es la primera vez que entro a su casa sin su permiso, ni tampoco la última.

Y ver el arrepentimiento en los ojos de Jungkook lo trajo a la realidad. Ellos eran bastante diferentes, naturalmente, las travesuras que Seokjin nunca hizo, eran completamente normales en el mundo del menor.
Sintiéndose algo enfermo ante la simple idea de que, después de todo, quizás no serían una buena dupla y su amistad se podría desplomar al fracaso, se abrochó los pantalones imaginarios y dejó todas las cartas sobre la mesa, dispuesto a ver hasta dónde llegaba todo.

Además, le seguía debiendo una al chico que abrazaba a extraños.

—Bueno, envíala. Quiero ver la reacción que tendrá... y después, si no te importa, podríamos hablar de esos cómics que parecían hacerte tan feliz el otro día.

Algo parecido a un sonrojo apareció en el rostro contrario, haciéndole a Jungkook desviar la mirada al aparato entre sus manos. —Ay, hyung... ¿Entonces Taehyun sí tenía razón y nos estuviste mirando en la cafetería?

Jin rió con nerviosismo. —Sólo cuando lo escuché reír y, uh, ya sabes, te vi haciendo una imitación o algo parecido. Ustedes parecían muy divertidos.

—Es un amigo. –Reafirmó el pelirrojo tras fruncir el entrecejo mientras buscaba uno de los cómics en su móvil.

A Seokjin comenzó a chocarle esa afirmación. —Ya sé que sólo es tu amigo, no intentaba plantear lo contrario.

—¡Aquí está! Toma, léelo. –Dijo entregándole su celular color rojo antes de ponerse de pie. —Mientras avanzas, yo robaré algo de comida y después discutiremos qué piensas acerca del primer tomo. Realmente espero que te guste, hyung. –Y rápidamente se trasladó hacia la cocina.

Así Seokjin observó un momento la primera página, la cual coloridamente contenía una introducción llamativa que falló su cometido, pues aunque repasara una y otra vez aquellas simples letras, su mente en realidad intentaba procesar el esquive de Jungkook, así como su extraña manera de darle explicaciones que él no merecía y, ¿por qué no? la bendita casualidad de encontrarse tan constantemente.

Todo en esa posible amistad se presentaba de manera muy inesperada para su gusto, y aun así, no creía querer salir.





n/a: y'all 🥺 muchas gracias por las 1k leídas, no esperaba tanto apoyo. les tkm 💙

Excusas para abrazar a Seokjin [jinkookjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora