14. Aleluya.

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Cada vez que terminaban discutiendo o alejándose del otro por razones tontas, simplemente dejaban pasar algunos días antes de buscarse y contentarse como si nada hubiese pasado.

Esta no era la ocasión.

Jin, como había asegurado una vez, no se consideraba un tonto (su impecable promedio lo respaldaba), pero puede que Jungkook tuviese razón y distraído sí que fuese. Por un par de semanas decidió respetar lo que su niño quería y le dio espacio, todo el espacio del mundo.

Sin duda, mala elección.

Su último mensaje de texto decía algo como "Espero que ese proyecto esté marchando bien. Llámame cuando puedas, por favor." Para recibir un tajante agradecimiento, únicamente en respuesta a su primera frase; obviamente la llamada nunca llegó.

Y comenzaba a exasperarse.

La psicología de la que tanto se burlaba Yoongi, poco le estaba funcionando en ese momento. Por una razón era malo haciendo amigos y pensándolo detenidamente, se preguntaba cómo es que para empezar, Jungkook y él habían congeniado tan bien a pesar de todo.

Si era cierta su propia teoría donde ellos se encontraban en una relación no establecida (sin besos, palabras extremadamente dulces o mayor contacto además de los abrazos); una vez más su propio novio resolvía sus dudas existenciales porque, ¿cómo no verlo? haber observado detenidamente a Yoongi y Taehyung por meses había sido una pérdida de tiempo.

Seokjin no estaba escribiendo ningún proyecto para evidenciar sus aprendizajes, sin embargo, había concluido con que sobreanalizar tanto a los humanos nunca le daría respuestas concretas porque ninguno era igual a otro.

Y todo ese tiempo estuvo en sus narices.

Mientras sus amigos (por alguna razón) ocultaban el amor que se tenían con discusiones infantiles y empujones amistosos, Seokjin reafirmó que él no tendría problema con sostener la mano de Jungkook en público. ¡Al diablo la sociedad!

Repasando los apuntes de una prueba que tendría, suspiró y sus hombros tensos encontraron un extraño conforte contra el tronco del árbol. Se preguntó si esa sería la razón del afecto que su niño parecía tener por ese sitio en específico, Seokjin pensaba que tenía sentido... aunque quizás él tuviese más apego emocional por lo que representaba al haber mirado por primera vez al chico que le gustaba (porque sí, Jungkook le gustaba) ahí mismo.

—¿Puedo sentarme?

Seokjin parpadeó algo perplejo ante la familiar voz de su bullicioso compañero de clase. El cabello castaño de Hoseok volaba hacia todas las direcciones debido al viento y la expresión serena en su rostro le daba una vibra que nunca antes sintió a su lado. No era como si un chico con la personalidad de un sol pudiese intimidarlo, pero el escepticismo con el que siempre lo había tratado sí que lograba desconcertarlo en innumerables ocasiones. Seokjin no solía meterse con nadie, por ello no entendía la razón de ser tan juzgado la mayor parte del tiempo, pero menos el porqué Jung Hoseok le dirigía la palabra por primera vez fuera de un salón de clases.

—No es mi jardín privado, puedes sentarte. –Finalmente dijo, intentando inútilmente concentrarse en sus escritos.

Cuando Hoseok se dejó caer sobre el césped seco y cruzó las piernas en una pose relajada, Jin tuvo que mirarlo con la cabeza ladeada, ganándose una risa carismática y avergonzada al mismo tiempo. —No es mi intención perturbar tu estudio.

—¿Necesitas copiar apuntes? Puedo enviártelo por correo.

—Está por terminar el año escolar. –Dijo en su lugar. —¿Tú... piensas quedarte en la ciudad? ¿O volverás a casa?

Excusas para abrazar a Seokjin [jinkookjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora