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Jung Hoseok llevaba toda la semana pensando que yo era gay y, a pesar de que esto no me afectaba/ofendía en absolutamente nada, suponía un problema para acercársele

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Jung Hoseok llevaba toda la semana pensando que yo era gay y, a pesar de que esto no me afectaba/ofendía en absolutamente nada, suponía un problema para acercársele. Cada vez que trataba de ser amable, creía que le estaba coqueteando.

—¿Puedes pasarme los apuntes de principios de actuación? —me pregunta Eunwoo mientras acomoda la correa de su bolso en su hombro izquierdo.

—Pero no hemos llevado esa clase hoy aún —contesto mientras curvo una de mis cejas con intriga.

—Exacto, voy a saltarme la clase con Moonbin —guiña un ojo y desaparece de mi vista antes de que pueda cuestionarle algo.

Suspiro mientras comienzo a caminar hasta la facultad de mi hermano. Esta mañana había salido antes que yo para recoger a Tehyung, y obviamente había tenido que olvidar su portafolio. Consideraba que parte de ser un buen hermano mayor consistía en evitarle líos a tu hermano menor, por lo que pensaba llevárselo de vuelta.

De un pequeño callejón que se formaba entre la facultad de medicina y la de derecho puedo escuchar una voz que me resulta lo suficientemente familiar como para indagar.

—Lo siento, justo ahora no estoy interesado —se disculpa Hoseok frente a una chica rubia que sostiene contra sí estragos de lo que parecían papeles rojos.

—Por favor —le ruega ella con los ojos tan brillosos que imaginaba que en cualquier momento soltaría a llorar.

Y, a pesar de que me sentía apenado por ella, cuando vi la duda atravesar los ojos del castaño mi subconsciente me obligó a intervenir.

—¡Hombre! —grito mientras me acerco y paso mi brazo amistosamente sobre los hombros de Hoseok. Finjo desentender al ver de reojo a la chica. —¿Interrumpo algo?

Contrario a lo que creí, ambos se quedan callados.

—Bueno, como sea. Solo venía a recordarte de la cosa —expreso, para tratar de sacarlo del lío.

—¿La cosa? —me mira confundido. Todavía no se sacaba mi brazo de encima.

—Si, la cosa que tenemos que hacer.

La rubia nos miraba con una expresión que no podía descifrar, cada vez pareciendo más intrigada.

—Ah, la cosa que tenemos que hacer—repite él —. De verdad lo siento mucho, ojalá podamos seguir viéndonos después —se dirige esta vez a la chica.

Toma mi mano, lo cual inexplicablemente me causa una burbujeó en el estómago, y sale de ahí junto a mi. Nos mantenemos caminando por un rato más, sin decir ni una palabra y con nuestras palmas aún unidas.

Cuando parece darse cuenta de ese detalle suelta mi mano sin pensárselo dos veces, como si esta quemara contra su piel.

—Gracias, estaba en una situación algo...

Boys / 2seokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora