Pensar en eso; 05.

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Esto no puede estar pasando.

—  ¡Esto es para ustedes, chicas! — Canturreo Reita, con todos los dulces, panes y jugos en los brazos, acercándose a las chicas junto con los demás, ellas estaban sentadas en una manta roja, de esas de picnic.

— ¿Qué hay de ustedes? — Preguntó la que parecía ser mejor amiga de Suiren, con esa cara de odio todo el tiempo.

— Nosotros también tenemos nuestro almuerzo, tranquila.

— Entonces vamos a comer.

— ¡Suiren, aquí hay pan de melón!

— ¡Hermanita, te traje jugo de melón!

— ¿Eh? Takane-san ¿Te gusta el sabor de melón? ¡Yo también quiero!

¿Qué eres? ¿Una chica?

— ¡Tú! ¡El desvergonzado de ahí! — De la nada, el idiota morado empezó a gritarme. ¿Qué le pasa? ¿Es tonto? Estoy detrás suya, a sólo un par de metros. — ¡Ven aquí y come con nosotros! ¿Qué eres, un marginado?

Me está pidiendo que lo asesine aquí mismo.

Reita empezó a ¿Sermonearme? Es decir, sólo mi madre me gritaba así. ¿Quién te crees que eres? Le regalé una mirada fulminante, sabía que intentaría hacerme socializar.

Ja, ni pienses que te haré caso, imbécil.

🦋

Y ahí estaba, el mismísimo conchetumare que se había jurado fé, sentado de cuclillas frente a las chicas y junto a su autoproclamado grupo de amigos, almorzando y charlando como si todos fueran felices.

La pelinegra, intentando recordar el nombre de nuestro –perdido en la sociedad– protagonista, que creyó alguna vez escuchar. Al llamar su atención, el chico la miró con esa expresión neutral de siempre. Ella estaba pensando en que si podría abrirle la botella de agua, la cual no podía abrir. Le costaba trabajo.

Y como él ya sabía lo que le iba a pedir, discretamente, chocó su codo con el de Reita, el chico a su lado. Él, volteó inmediatamente a mirar a Saiki, luego a la chica y el le dio a entender mediante un rápido mensaje a través de la telepatía que no tenia ganas de ayudar ni socializar ni nada por el estilo.

Reita sonrió burlón y lo ignoró.

Una pequeña venita de rabia apareció en la frente del antenitas asocial. De verdad, está empezando a darme escoliosis juvenil.

— Hey, ¿Podrías ayudarme con esto? — Habló luego de un par de segundos, la antes mencionada pelinegra, dirigiéndose al señor antenitas. Lo pensó detenidamente, miró de reojo a Reita, quien se burlaba mentalmente de él. "Es tan tímido, pobrecito."

Juro que te voy a colgar de las bolitas de cristal que tienes abajo, subnormal.

Asintió de mala gana, tomó la botella y sin usar demasiada fuerza, la abrió con facilidad. Recibió una exclamación de sorpresa por parte de la chica, se lo entregó rápidamente y ella lo miró convencida.

— Así que eres fuerte.

Sólo es una botella con la tapa muy ajustada, nada de qué alardear.

— ¡Y humilde! Me gustas, muchacho. — Alzó el dedo pulgar en señal de aprobación mientras hacía un gesto de aprobación, hablando como toda una señora vieja y le dio un gran sorbo a la botella de agua.

¿Qué era? ¿Su suegro? Tiene la actitud de uno, aunque la verdad no tenga.

Se dio cuenta, que cierta chica que había estado callada todo el tiempo, tocó con suavidad el hombro de la pelinegra. Por cierto, el nombre de esa chica, la pelinegra. ¿Su nombre era.. Kaori? Creí haber escuchado que aquella chica le decía Kao-chan. Amigas de la infancia, supongo. Desvío la mirada, no quería ser entrometido así que simplemente decidió prestar atención a cualquier otra cosa.

❝ℬutterfly.❞ ; Saiki Kusuo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora