02.𝐏𝐞𝐚𝐤𝐲 𝐛𝐥𝐢𝐧𝐝𝐞𝐫𝐬
- Podríamos irnos lejos Tommy, tú y yo.La miré. Estaba frente a mí, sus ojos me atravesaban intentando convencerme. Aquella fue una de las propuestas que más me costó rechazar en mi vida.
Grace me rompió y me construyó al mismo tiempo. Aquello no iba a cambiar mi realidad. Nada de lo que tenía en el futuro la añadía a ella, aquello terminó y yo aún seguía recordándolo. Sus ojos, su pelo sedoso y su piel de porcelana.
Apenas amanecía y yo no había dormido casi nada. Eve dormía plácidamente en la cama, mientras yo estaba sentado en una butaca de cuero en la misma habitación. Su pelo oscuro recorría toda la almohada, sus labios carnosos estaban entre abiertos y su espalda desnuda me daban recuerdos de lo que pasó anoche,¿cómo podía una mujer enamorada mirar a otro hombre como ella me miro a mí? Las mujeres parecían no tener alma. Allí estaba yo, pensando en Grace, recordando cada fragmento de su piel, comparándola con la de Eve.
La piel morena de Eve parecía metal recién pulido, aquello era algo exótico, algo que no podía negar es que ella me atraía. Era físicamente diferente a todas las mujeres que yo había conocido. Grace era pura seda, parecía una perla, delicada y fina, era algo con lo que yo siempre había soñado. Ambas eran mi ambición y mi hábito, eran como el refinar del algodón y el vicio del tabaco.
El humo de mi cigarrillo desaparecía en la habitación mientras miraba el reloj, apenas comenzaba el día y el bullicio de la gente en la calle ya entraba por la ventana entreabierta. La brisa fresca de la mañana me rozaba la cara mientras seguía mirándola, ¿la amaría algún día? Apague la colilla en el cenicero y me bebí lo que quedaba de whisky en el vaso que había en la misma mesilla junto a la cama.
Era la hora, tenía que salir de allí y encontrarme con Arthur y John. Me levanté de la butaca y entre al baño para asearme y perfumarme. Eve aún seguía dormida cuando salí, cogí la lata de cigarrillos y el encendedor de la mesa de noche y baje las escaleras a la planta baja, todo seguía como ayer, sus cosas aún estaban en el salón y la curiosidad me invadió, miré hacia las escaleras y me asegure de que ella no saliera de la habitación para acercarme a la pared del lado de la chimenea, apreté suavemente y la pared se abrió. Cogí algunos chelines y volviendo a mirar los pequeños diamantes, me di cuenta de que uno destacaba entre los demás, uno era de color rojo. Lo saqué y me acerque a la ventana, era rojo oscuro como la sangre, ¿cuántas joyas más tendrían los Heredia? Me guardé el pequeño diamante en el bolsillo de la chaqueta y me volví para cerrar la pared. Mire de nuevo hacia las escaleras, todo seguía en silencio.
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𝐏𝐢𝐧𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 - 𝐓𝐡𝐨𝐦𝐚𝐬 𝐒𝐡𝐞𝐥𝐛𝐲
RandomEntre el hilo fino color carmesí que se ciñe a nuestro destino se encuentra el camino, camino que solo nosotros decidimos, decidimos en medio del incesante ruido y ritmo de nuestro corazón herido.