Sordido

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El sonido de aquel disparo retumbó por todo el campo, los gritos de los niños y las mujeres ensordecieron mis oídos. Me quedo tieso en el sitio por un momento viendo como Vadoma cae al suelo con un grito saliendo de su garganta. Mi cuerpo reacciona y saco mi arma y apunto directo a la cabeza de aquel hombre viendo como su caballo relincha en el sitio nervioso y asustado. Los gitanos aturdidos por el alcohol sacan navajas y cuchillos mirando a nuestro al rededor, pero él venía solo acompañado de aquel caballo.

- Odio las putas bodas, siempre tiene que pasar algo como esto.

Murmura Arthur a mi lado. Melalo ayuda a levantar a Vadoma del suelo, cuando se acerca una mujer a prisa, con un niño en su cintura y preocupada deja al niño en el suelo para revisar la herida. Por suerte la bala solo le ha rozado el hombro, si aquellos gitanos no hubieran desviado aquella bala, se estaría desangrando en aquella tierra húmeda. Los gitanos le arrancan el arma de las manos al hombre, que no quita la mirada de Vadoma en ningún momento y que con rabia se deja arrastrar hasta quedar frente a Vadoma, Melalo, Arthur y yo.

- ¡¿quien mierda eres tú?! Por casi nos llevas por delante a mi mujer y a mí.

Brama John, llegando a mi lado con Esme detrás de él. El hombre ni se molesta en mirarlo, su mirada sigue fija en Vadoma, que se retuerce de dolor, medio tirado en una silla, mientras su mujer le limpia la herida.

- ¿La has vendido? ¿Esta es tú solución? ¿Casarla con un payo de mierda?

Casi parecía un ronquido la voz de aquel hombre, como un perro en rabia, se encara frente a Vadoma, empujando a todo el que se interpone en su camino. Miro a Arthur y este levanta las cejas, escuchando a Jhon que se ríe con burla, tirándole el palillo de su boca a aquel hombre que vuelven sujetar los gitanos.

- Aquí no hay ningún payo, ¿quién mierda eres tú?

El hombre levanta la mirada hacia mí, escupiendo a la tierra y levanto una ceja mirando su expresión. Saco un cigarrillo y lo enciendo, aún con la pistola en mi mano mientras él me mira de arriba a abajo, con una mueca en sus labios.

- No te metas en los asuntos de esta maldita familia, esa mujer es mía, ¿me oyes? No sabéis donde os estáis metiendo, estás a tiempo de echarte atrás, maldito Shelby.

Melalo se levanta como un lince, poniendo una navaja en el cuello de aquel hombre, mirándolo como a una presa apunto de ser desollado. Saco el humo de mis labios y levanto una ceja mirándolo, Melalo tiene fama de cortar la yugular de sus enemigos poco después de cortarles la lengua, estaba deseando descubrir si solo eran habladurías. Miro por encima de mi hombro, escuchando como se acerca la abuela Sounya, echando maldiciones y juramentos en romani y del brazo de Eve. La mirada de Eve se centra en mí por un momento, hasta que se da cuenta de la presencia de aquel hombre.

- Pues lo siento por ti, pero ahora esa mujer y esos asuntos, también son míos.

El hombre intenta soltarse del agarre de los gitanos sin éxito. Eve y la anciana se acercan a Vadoma para ver su estado y preguntarle si está bien y Vadoma asiente y le quita importancia, apartándolas un poco de él. Me centró en toda la escena frente a mis ojos y casi ni parpadeo. El hombre mira a Eve y ella lo ignora, prestó toda mi atención a cada detalle de todo lo que hacen ambos, él deseando la atención de ella y ella negándole la mirada de repente. Él reflejaba en su rostro la angustia y la fatiga al darse cuenta de lo que ella hace e intenta soltarse una vez más.

𝐏𝐢𝐧𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 - 𝐓𝐡𝐨𝐦𝐚𝐬 𝐒𝐡𝐞𝐥𝐛𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora