El ocaso empieza a ponerse cuando llegamos al campamento, la música ya se escucha con violines y guitarras juntas, los gitanos cantan y tocan las palmas al compas de la música. Nos acercamos pasando las caravanas, viendo a los niños bien vestidos que juegan por los alrededores del campamento. Las gitanas salen de sus caravanas con vestidos y pañuelos de lunares en sus cuellos, bien peinadas y con zarcillos de oro en sus orejas. Los hombres van de aquí para allá colocando sillas y mesas, algunos bailan y otros terminan de hacer canastas de mimbre para que las mujeres las llenen con petalos de flores para echarselas a la novia.Nos reciben el tío Bobby y los hermanos Heredia, Melalo y Vadoma con una sonrisa y cigarrillos entre sus dedos.
- Esperamos que estéis conforme con todo. Las bodas nuestras son un poco diferentes a las de aquí y con tan poco tiempo, esto es a lo que nos ha dado tiempo preparar.
Asiento como única respuesta. Siento como la garganta se me cierra poco a poco y tiro el cigarrillo. Tengo el corazón acelerado y la respiración entrecortada, miro al cielo y veo como la luna comienza a salir. El viento sopla a nuestro alrededor permitiéndome respira un poco y flojo mi corbata y miro a mi alrededor de nuevo, el olor a hierva y humo inindan mis pulmones, estoy tan nervioso que me tiemblan las manos.
Anoche no dormí bien, las pesadillas volvieron. Llevándome de vuelta a las trincheras, devolviéndome aquella sensación de angustia, la falta de aire y el temor a morir enterrado vivo me envolvían. La diferencia es que esta noche, en la pesadilla no solo estábamos Danny, Freddy y yo. Grace estaba allí, detras de aquella pared, apuntalando, preparada para salir. La pared terminó cediendo y allí estaba ella. Vestida de novia, mirándome fijamente.
"¿te vas a casar Thomas?"
Me quedé sin aliento, su vestido estaba manchado de tierra y sangre. Me miraba fijamente esperando una respuesta y yo no sabía que decir. Estaba completamente mudo, el tenerla allí delante después de este tiempo pensándola no era bueno. Y menos en estas circunstancias, iba a casarme con otra mujer.
Me entere de que se casó hacía poco con un banquero y que era feliz. Aquello no lo hacía más fácil, ahora era yo él que estaba apunto de casarse con alguien que no conocía. Ni siquiera sabía como era. Ahora podía saber lo que sintió John el día de su boda con Esme.
La pesadilla no terminó ahí. Estaba fuera de las trincheras con una pistola en mi mano, escuchando el sonido de un tambor que iba al ritmo de mi corazón, alguien me hablaba del destino y yo buscaba aquella voz, pero no había nadie. Tenía sangre en mis manos y había una gitana bailando a mi alrededor. Le dispare y cayó al suelo, su vestido blanco se tiñó de rojo, sus ojos no tenían un corazón latiendo, pero estaba viva. Yo la maté, pero no estaba muerta. Era el resquicio de su recuerdo.
- Tommy ¿estás bien?
Ada me mira con el ceño fruncido pasándome la mano por la cara. La aparto suavemente y le hago una seña a Arthur para que me pase la petaca y bebo un buen trago, limpiándome el sudor de la frente con el pañuelo del traje.
Todo está listo. Me pongo frente al pequeño altar que han hecho con tablas de madera, junto a Arthur que es mi padrino delante de todos los allí presentes. Un gitano mayor espera a la novia junto a nosotros para casarnos.
La puerta de una de las caravanas se abre y salen dos mujeres jovenes y dos niñas pequeñas con cestas de mimbre. Ambas niñas pasan por el pasillo nupcial tirando petalos de flores, las otras dos mujeres se quedan esperando en aquella puerta hasta que una mujer más joven sale de ella y baja las pequeñas escaleras. Vestida de blanco y con un pequeño ramo entre sus manos. Alta y de piel morena y ojos oscuros, de pelo largo con rizos un poco despeinados, pendientes finos y un collar de tela con una cruz pequeña de diamantes la adornan. Ambas mujeres la acompañan hasta el inicio del pasillo donde el tío Bobby la espera para entregarla.
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𝐏𝐢𝐧𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 - 𝐓𝐡𝐨𝐦𝐚𝐬 𝐒𝐡𝐞𝐥𝐛𝐲
RandomEntre el hilo fino color carmesí que se ciñe a nuestro destino se encuentra el camino, camino que solo nosotros decidimos, decidimos en medio del incesante ruido y ritmo de nuestro corazón herido.