El invierno no tuvo consideración alguna, era como todos los años: frío, implacable, oscuro y extenso. La mayor parte del tiempo lo pasaba ayudando en el restaurante, casi siempre en el turno nocturno. Los clientes por atender durante ese horario cada vez disminuían más y más al entrar el invierno, la verdad es que nadie querría estar fuera de casa en medio de la nada y con la nieve cubriéndole los talones. Las noches se iban de largo entre limpiar el lugar y conversar sobre todo tipo de contenido random con Isabella. Ella tenía esa capacidad de siempre tener algún secreto de cualquier cliente bajo la manga, se decía a sí misma ser una buena observadora, aunque yo considero que solo tiene un sentido del oído muy desarrollado.
El tema de las últimas tres semanas ha sido el mismo para casi todo el pueblo, y para Isabella no podría ser diferente: los nuevos habitantes, y todo el misterio que suponía su llegada tan repentina.
Habían comprado una casa vieja que ahora no parecía tan vieja, se mudaron en un par de días, siendo extranjeros de algún lugar lejano, y sin interactuar mucho con el resto de la comunidad; su llegada era todo un tema.— Crees que deberíamos ir a darles la bienvenida? — me preguntó Isabella una noche mientras ambos fumábamos junto al contenedor de basura en la parte trasera del restaurante.
— Por qué querrías hacer eso? Probablemente nisiquiera comprendan el gesto... Recuerda que no son de por aquí.
— Tampoco son de otro planeta Kiel, además el señor Roger me pareció de lo más normal. Sería una buena oportunidad de-...La campana del mostrador que avisaba la petición de un cliente sonó de repente.
— Quédate, iré yo.— dejé caer el cigarro a medio acabar y lo pisé sin mucho esfuerzo logrando apagarlo.
— Seguro?.
— Si, termina el tuyo, la próxima te tocará atender a ti.
— Me parece un trato perfecto — dejó escapar el humo por la nariz — anda Kiel, antes de que se nos escapen los billetes.Apenas entre al lugar, una voz familiar me golpeó los oídos, era el comisario Galeward. Un hombre ya entrado en edad, responsable y amable la gran parte del tiempo, siempre ordenaba lo mismo:
1 hamburguesa sin queso y con doble carne.
1 café sin azúcar.
1 café con azúcar para llevar.
2 órdenes de papas fritas.— Noche tranquila, no Kiel?.— se frotaba las manos buscando calentarse a través de los guantes de lana que tenía sobre ellas.
— Si, pero parece que para usted no fue así. — le entregué la charola con su orden, y tomó asiento frente a mi, me pareció más viejo y cansado de lo habitual.
— Es un pueblo tranquilo, pero últimamente hemos recibido quejas de los vecinos.
— Quejas de los vecinos? Deberíamos estar preocupados? — mi padre preguntó detrás de mí.
— No, no lo creo, tal vez los animales salvajes se han acercado más a la zona... buscando refugiarse del clima.
— No hemos escuchado nada. Pero si algo, te avisaremos.La campana de la puerta volvió a sonar interrumpiendo la conversación, y desde la cocina se escuchaba ya a Isabella ordenando latas y paquetes de carne en las despensas.
El señor Roger apenas entró y se sacudió la fina capa de nieve que llevaba sobre los hombros, llevaba encima poca ropa considerando el clima, pensé.— Buenas noches. — saludó y pasó directo a la mesa más alejada de nosotros, sentándose en completo silencio.
— Buenas noches, ahora le atendemos. — mi padre respondió y fue a tomar la orden.El comisario Galeward salió después de terminar su hamburguesa con papas. Y el silencio era extrañamente evidente ya de por sí. Mi padre debió notarlo porque se vio casi forzado a iniciar una conversación desde la barra donde terminaba con las facturas del día, y mientras el viejo televisor transmitía el estado del clima, alarmando a la comunidad sobre las bajas temperaturas que se avecinaban.
— Es un clima terrible, no? Eh... No escuche su auto aparcar... espero que no le haya dado problemas, si es así pode-...
— No se preocupe, decidí salir a caminar y me dio algo de hambre en el camino, eso es todo.
— Oh... una caminata con este clima, eh?. — preguntó mi padre más para sí mismo.
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Bleiz Feral
Teen Fiction"Las bestias que decidimos esconder bajo la piel son las que más daño nos pueden hacer." Kiel tiene 24 años y una vida tranquila en su pequeño pueblo. Su vida tambalea y pierde el rumbo cuando una nueva familia llega y se instala en el bosque. Y co...