3. Bajo La Luna.

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Desperté en mi habitación con la luz del día, y con un fuerte dolor de cabeza que me recorría de extremo a extremo y parecía que mi cráneo se partiría en dos secciones iguales, justo por la mitad. Logré salir de la cama con dificultad, incluso para mantenerme de pie, y tambaleando sobre mi propio andar, logré llegar hasta la ventana y cerrar la cortina de un tirón, la luz que se filtraba por el cristal me retumbaba en los párpados. Había caído nieve casi toda la noche y la mañana era fría como para querer salir de la cama, sin embargo el ruido en la cocina me indicaba que mi padre ya estaría preparando el desayuno, y me vi obligado a bajar pocos minutos después de haber despertado.
Aún en pijamas y con el cabello desordenado cepillé mis dientes y vacíe la vejiga antes de acompañarlo en la cocina.

— Buenos días — saludé mientras me sentaba a la mesa como cada mañana.
— Buenas tardes Kiel — parecía enojado. No era bueno ocultando sus emociones pero se esforzaba en hacerlo.
Miré sobre mi hombro el reloj en la estantería de la sala para darme cuenta que pasaba de medio día por 4 horas.
— Carajo...
— Si, carajo. — se sentó en el lado opuesto al mío en la mesa, y dio un respiro largo y calmado antes de hablar. — por qué lo hiciste?
— Uhm?... Hacer qué? Dormir hasta tarde?
— Gale te encontró esta mañana él fue quien te trajo a casa. Te encontró dentro del auto... auto que te llevaste sin avisar ayer por la noche, dejando a tu padre a la deriva en una noche de invierno, y sin siquiera atender el teléfono... No hace falta mencionar el estado en el que Gale te encontró....
—... Papá... Perdón, yo, puedo explicarlo — solo que en realidad no podía. Revolví entre mis recuerdos, repasé mi andar una y otra vez, y no había nada en ellos, totalmente en blanco. Una sensación del pasado me invadió, y me hizo sentir como un idiota.
— Bien, te escucho... Quiero oír tu explicación.
— Yo tomé el auto para... — no había nada... buscaba y buscaba, escarbaba y volvía a buscar, pero no había nada, lo único que podía recordar era sobre esta mañana.
— Creo que tu silencio lo dice todo, no? — su voz era firme, pero su cara no podía ocultar la derrota y decepción que desde sus ojos verdes y cansados me devolvía.
— No puedo recordarlo...
— No, claro que no puedes, pero ambos sabemos lo que ocurrió, cierto?
— No... estoy seguro de que tengo una explicación...
— Por qué lo hiciste Kiel? Por qué después de tantos meses, de tantos años y de tanto esfuerzo de ambos... Por qué volver? Volver a esto... Yo creí en ti, confíe en ti hijo...
— Papá...
— Gale encontró el auto lleno de botellas vacías junto a ti, no las suficientes como para dejarte así... Ahora dime... Ahora usas drogas? Esto es por Julián? Kiel... Ese chico no es-... — se detuvo antes de terminar, jamás me pareció verlo tan decepcionado. —...olvídalo.

Ninguno de los dos habló por los siguientes minutos, mi padre terminó por levantarse de la mesa y salir de casa. Yo me quedé un rato más sentado, mirando la madera de la mesa, las arrugas y patrones que la madera con la que fue construida, pensando en el dolor de cabeza que me atormentaba y también buscando esos recuerdos lejanos o inexistentes.

Cuando mis padres se divorciaron no fue fácil para ninguno, pero cuando mi madre un día simplemente se despidió y se fue de la ciudad persiguiendo su sueño sin dar más explicaciones, eso fue especialmente difícil para mí padre. Había entonces pasado de ser un divorciado que bebía de manera casual, a un hombre abandonado y alcohólico, requirió dos largos años de rehabilitación para poder salir de ese agujero emocional donde mi madre lo había arrojado, pero que él había cavado por sí solo.
No podía culpar a ninguno, su matrimonio sólo había existido por mí culpa, ninguno de los dos tuvo problemas para admitirlo, y constantemente lo gritaban por toda la casa.
Cuando mi padre estaba sanando su alcoholismo, yo me había acercado peligrosamente a su sombra, con 17 años había bebido como si solo el alcohol barato pudiera borrar los residuos de dolor que quedaban en mi ser. Él estaba totalmente rehabilitado cuando había vuelto al pueblo, esperando volver a comenzar su vida como padre soltero, pero se había encontrado con un hijo alcohólico que invertía la mayor parte de su tiempo vomitando en los callejones, y en peleas de ebrios sin sentido. Había sido difícil superarlo, entre terapia, fuerza de voluntad y rehabilitación física lo había logrado, lo habíamos logrado, prometiendo no volver a caer en lo mismo. Y ahora mi padre se sentía traicionado y decepcionado.

Bleiz FeralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora