4. Sobre Cenizas.

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Detuve el auto y bajé para asegurarme de que Chris no tropezara sobre su propio vómito, le ofrecí una botella de agua y esperé hasta que sus arcadas se detuvieran por completo.

- Esto es una mierda viejo - dijo, antes de ser interrumpido abruptamente por otra arcada - Dios... Dios mío... Esto es una maldita mierda.
- Lo es. - mi mano subía y bajaba frotando sobre su espalda.

La noche parecía extenderse sobre nosotros, las calles parecían casi fantasmales, todo parecía demasiado silencioso. En la radio sonaba "come back for me" de Jaymes Young, y yo parecía hipnotizado por la música, el dolor de cabeza y el sueño que me estaban atacando al mismo tiempo. Escuché el eco que producía la voz de Chris desde lejos, escuchaba como ligeras ondas me llegaban y hacían cosquillas en mis tímpanos, una por una, incapaces de entablar palabras con sentido. Y de no haber estado seguro de no haberlo hecho, hubiera creído en las palabras de mi padre; y hubiera culpado a algún psicotrópico urbano del estado somnoliento en el que comenzaba a caer.

- KIEL! VIEJO HEY! - el rostro de Chris atravesó mi vista obstaculizando la visión del camino por el que conducía.
- ¿Q-qué carajo te pasa Chris?... - reaccioné, y frené.
- Imbécil, ¿Qué haces? Te estuve llamando varias veces y parecías hipnotizado... Apenas me dormí unos minutos y ya nos hemos pasado por completo el pueblo... ¿Eres idiota?...

Giré la vista para ver sobre mi hombro, estábamos sobre la autopista, el pueblo no se alcanzaba a ver desde donde nos encontrábamos.

- Mierda. Lo... lo siento Chris... Creo que bebí más de lo que creí. - me espabilé sacudiendo mi cabeza lado a lado.
- Da igual viejo, enciende esta mierda y vamos de regreso.

Un intento, dos, tres, cuatro y no fue hasta el quinto que nos dimos cuenta que el auto no encendería. Maldijimos mientras comenzábamos a caminar hacia el pueblo, dejando a nuestras espaldas el coche. El dolor era agudo y creí que mi cabeza terminaría por partirse en dos en cualquier momento.
Caminamos por casi una hora antes de ver las luces del pueblo, luces que centellaban, y también había una fila de humo negro que partía el cielo estrellado de esa noche.
Llegamos la ciudad 20 minutos después y el ambiente en el lugar había pasado de ser calmo y fantasmal a sentirse extrañamente tenso. La cortina de humo provenía de lado norte, seguramente algún campista desprevenido habría olvidado apagar la fogata y ahora los bomberos tendrían que lidiar con ello, no era temporada de campistas pero de vez en cuando sucedía.
El celular de Chris sonó rompiendo la tensión aparente del momento. Su cara pasó de un bronceado envidiable a un pálido vampirezco y sus labios se torcieron en disgusto, su mano pesada cayó sobre mi hombro derecho, el peso inesperado me hizo tambalear. Colgó.

- Kiel, viejo...
-...
- HEY! - el grito de Silas desde un auto diferente al suyo a nuestras espaldas nos hizo voltear de inmediato - tú... ¿Dónde diablos estaban? Suban rápido.

Entramos a los asientos traseros, Silas iba de copiloto y de conductor teníamos al nuevo rival de Chris, al que Silas llamó Bosco. No era común que Silas se hiciera amigo de los habitantes recién llegados.

- Silas, viejo... Mi hermana dijo qu-... - Chris pareció hundirse en su asiento.
Bosco conducía en silencio.
Silas suspiró y se giró para verme. Para vernos. Bajó la ventanilla y arrojó el cigarro a medio consumir. Inhaló.
- Kiel, el restaurante de tu padre... Hubo un accidente, hay heridos, y... tu padre... - suspiró nervioso - Lo siento mucho Kiel.

Espera.
¿Qué carajo me acaba de decir?
¿Accidente?
¿Heridos?
¿Muertes?
¿Mi padre... ?

- Mi... mi celular... - toqué mis bolsillos, debí olvidarlo en el auto o quizá lo perdí en el callejón mientras vomitaba.
- Viejo...
- Kiel, aún no sabemos... - intentó tranquilizarme Silas.
- Quiero... Necesito bajar por favor.
- Claro, detén el auto. - le indicó a Bosco.

Bleiz FeralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora