La tormenta que caía sobre el pueblo no había cesado en los últimos dos días. Por el día la lluvia era intensa, pero por las noches los pequeños ciclones que parecían amenazar con desprender las partes más viejas de las tuberías de las casa hacían silbar aquellas estructuras, provocando una especie de aullido amorfo, de esos que suelen asustar a los niños más pequeños durante las noches de tormenta.
Nos vimos obligados a quedarnos en casa durante esos dos días.
Chris parecía inconforme con la idea, él definitivamente era un hombre de exteriores, y pasar tiempo en casa le era una penitencia insoportable.
Yo no había podido dormir bien los últimos días, hace tiempo que no lo hacía.
No mencioné a Chris mi pequeño gran encuentro con Stellan, no mencioné el beso, no mencioné las enormes ganas que parecían haber nacido en mí de arrojarlo contra la pared y hundirme entre su carne. Lo que menos necesitaba de momento era soportar los comentarios nada divertidos de Chris, aunque seguramente eso hubiera hecho más llevadera la situación, al menos para él.— Moriré Kiel... definitivamente voy a morir si esto continúa... — dejó caer su cabeza entre sus brazos que reposaban sobre la mesa.
Sonreí.
Chris era realmente fácil de irritar, pero era un buen amigo.— Deberíamos salir, aprovechar que la lluvia parece haberse calmado un poco... — dijo, aún con la cabeza entre los brazos.
— Si, supongo que podríamos intentarlo mañana. — le ofrecí una taza de café y un sándwich de jamón con queso que recién preparaba.Tomó el sándwich y lo mordió inconforme con mi respuesta.
Me despertó el ruido que producían las ramas contra el cristal de la ventana, golpeando y arañando al ritmo que el viento y la lluvia imponían sobre ellas con violencia. Giré sobre la cama, buscando reconciliar el sueño, lo hice un par de veces más antes de decidirme a bajar por algo de agua.
Mi garganta se sentía como un desierto.Chris roncaba, lo hacía desde los 17 años, siempre nos burlamos de ello entre amigos, solíamos similar el ruido y eso lo hacía sonrojar y enojar.
De camino a la cocina, y de vuelta a la habitación, no escuché los ronquidos de Chris, ronquidos que difícilmente podía ignorar cada noche, pero que con el tiempo se hacían parte de una rutina.
Abrí la puerta de su habitación con cuidado, para descubrir una cama vacía.
Revisé los dos baños que había en la casa, revisé la cochera, y el pequeño almacén de herramientas en el patio trasero de su casa.
Faltaba su auto.
Chris era demasiado idiota, mucho más de lo que tal vez creí.
Regresé a la que ahora funcionaba como mi recámara, tomé las llaves del auto de su madre, me puse a tientas los zapatos y salí a buscarlo.
No había muchos lugares en donde poder estar bajo esta tormenta.
Incluso sin ella, Montgomery se apagaba casi por completo después de media noche.
La lluvia golpeaba violentamente el parabrisas del auto, produciendo un eco metálico.
Lo llamé antes de salir de casa, y después dos veces más de camino, estuve a punto de llamarlo una tercera vez cuando vi su auto mal aparcado en lo de Silas.
No me sorprendió realmente, si hubiera una remota posibilidad de encontrar algún lugar abierto bajo este clima, sería el bar de Silas.
Había dos autos más junto al de Chris y el de Silas en el lugar, estacioné y me dispuse a entrar.— ¡Oye Kiel! Bonita ropa! — me gritó Chris desde la otra esquina del lugar apenas puse un pie dentro.
Caminé hacia él, estaba en la mesa más alejada, junto a Douglas y a Mateo, ambos sólo unos años encima de Chris, Douglas era un habitual cliente del lugar, y Mateo sólo venía cuando su esposa no le retenía todo el sueldo de la semana. Ninguno era precisamente amigo de Chris.
Miré con enojo a Chris, quien se empinaba un tarro de cerveza mientras reía a carcajadas con sus nuevos amigos de copas.— ¿Qué carajo haces aquí?...
— Cálmate Kiel, es solo un... Oye Dou ¿Cómo dijiste que era? Esa palabra viejo... la palabra de hace un momento...¿?
— Tiempo fuera. — respondió Douglas bastante anestesiado por el alcohol en su cuerpo, arrastrando las letras al hablar.
— Si, eso. Solo es un tiempo fuera... Un tiempo fuera de la casa, de la tormenta, Kiel.
ESTÁS LEYENDO
Bleiz Feral
Teen Fiction"Las bestias que decidimos esconder bajo la piel son las que más daño nos pueden hacer." Kiel tiene 24 años y una vida tranquila en su pequeño pueblo. Su vida tambalea y pierde el rumbo cuando una nueva familia llega y se instala en el bosque. Y co...