Capítulo 7

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Me senté en el suelo afuera de la enfermería, que realmente era más que nada un cuarto viejo y oscuro con el equipo necesario para atender a las personas con daños físicos en el cuerpo y ciertos medicamentos para sus usos. Tenía aproximadamente media hora esperando a que Auruo abandonara a Petra, sabía que les debía de dar tiempo y es lo que me encontraba haciendo en ese preciso instante pero como se tardará  un poco más de lo acordado lo sacaría a patadas de ahí, necesitaba con desesperación escuchar de la propia boca de la castaña que se encontraba bien.

En el oscuro pasillo en el que estaba completamente sola, se inundó del sonido de pisadas, precisamente de la suela de las botas chocar contra el suelo, que por una extraña razón se mantenía impoluto aunque fuera una zona que normalmente se transita con frecuencia.

Estaba en silencio pensando en mi adorado hermano Miguel, apesar de saber que la persona que se acercaba a mí me encontraría en un estado de melancolía profunda, por lo que solo atiné a esconder mi rostro entre mis rodillas que se rozaban con mi torso.

Apesar de que había pasado más tiempo sin verlo por las tareas que se nos encomendaban, no podía evitar deprimirme porque sabía que era muy probable no volverlo a ver, aún si aquí se encuentra gente maravillosa que me alegra haber conocido, se siente como si una parte de mi este incompleta, pues la otra mitad con la que nací, no se encontraba a lado mío.

—Hope, veo que sigues aquí. —La voz amable y varonil del rubio de mi escuadrón retumbó en el estrecho pasillo.

—Erd. —Le dedique una pequeña sonrisa al dejar de esconder mi rostro, aunque por dentro seguía sintiéndome faltante de mi Miguel— Es una sorpresa el que estés aquí, bueno... En realidad no, me imagino que el motivo será visitar a Petra.

Le ví devolverme el gesto mostrándome su blanca dentadura, que solo lo hacía ver más atractivo de lo que era, para posteriormente negar sutilmente provocando la agitación de su clara cabellera.

—En realidad me pareció buena idea venir contigo, aunque soy amigo de Petra, ella ahora se encuentra ocupada con Auruo y va siendo hora de que mantengamos una charla tu y yo, de camarada a camarada. — Se sentó a lado mío sin llegar a rozarme, pues la distancia entre los dos era como medio cuerpo suyo sin exagerar.

—Vaya, me parece bien una charla entre camaradas, pero pensé que estabas con el Capitán. — Mencioné para después estirar mis piernas.

—Si lo estaba, pero pareció hartarse hasta de Gunther y logré irme antes de que me pusiera a limpiar el comedor con Gunther y Eren, pobres, no saldrán de ahí en un par de horas. — Hizo una mueca, apesar de que en un principio parecía aliviado.

— ¿Por qué pareces tan aliviado de no limpiar? ¿Y qué es eso de un par de horas?—Intrigada me acerque a él pero me aleje con rapidez. — El comedor no parecía muy sucio en la mañana como para tardar más de una hora. — Murmuré pero aún así pareció escucharme a la perfección.

—Se me olvidaba que no sabías y cuando nos cambiamos a esta base llegaste un día después supervisada por algunos soldados. — Comentó, a lo que yo asentí, pues ese día fue en el que la líder de escuadrón tomó medidas de mi y nos tardamos más de lo debido por la distracción que representaron mis alas para ella, Erd se acercó demasiado a mi, por lo que nuestros rostros se encontraban a escasa distancia.

Me incomodaba un poco y si no fuera porque tenía demasiada curiosidad, me habría alejado antes en menos de un segundo, pero era lo suficientemente metiche para soportar la distancia con tal de saber lo siguiente.

—El Capitán tiene un problema con la limpieza. — Susurró, su cálido aliento chocaba sutilmente con mi mejilla, sin embargo sus palabras me sacaron fuera de lugar.

Caída [Shingeki no kyojin][Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora