Capítulo 5

460 23 3
                                    

Después de lo que pasó antes de ayer con las gaviotas y ayer con la estatua rota, sentía cierta preocupación. Era mucha coincidencia y no para bien, para tranquilizarme de alguna manera, fui al patio y me topé con Addimus.

-¿Otra vez tu por aquí?- Addimus sonreía

-Como estas?- sabia que Baraqiel no debía estar muy contento con todo esto y que Addimus estaba al día y que, en cierto modo, sabía más que todos nosotros.

-Entero- intenté reírme pero la situación no era para bromear.- ¿Damos un paseo?- dijo él más serio

-Claro- fuimos andando hasta la fuente del jardín, dónde también había una estátua  de un ángel y un demonio igual que la que destruyeron en el inframundo.

-¿Porque alguien necesitaba destruir la estatua?- mi pregunta rompió el silencio que se formó durante unos minutos.

- Alguien quiere empeorar la relación entre los ángeles y los demonios.- dijo él distante

-¿Para que podría necesitar eso alguien?- insistí yo

- No lo se ¿vale? No tengo ni idea- Addimus me contestó muy borde y descaradamente. Me levanté en modo de irme tras unos segundos pero él me agarró de la muñeca.- Joder Lorianne, lo siento. Solo es que nadie sabe mucho más de lo que hemos podido ver y la situación es muy grave.- me senté de nuevo a su lado.-Perdón por lo que pasó en el patio con Lucifer- me dijo entonces tras un largo silencio.

-¿Qu..que?- logré balbucear, no se a que venía esto ahora, quizás sólo quería cambiar el tema de conversación.

-Lucifer es un imbécil, siempre lo ha sido

-¿Que pasa entre vosotros?- Addimus apretó los hombros

-Aqui hay muchos ángeles y demonios que son muy talentosos y quieren ser los mejores, él poder los atrae muy adictamente. Lucifer y yo somos considerados los mejores de aquí, lo que nos convierte de inmediato en rivales aunque, para Lucifer sea humillante competir contra el hijo de un simple maestro, tengo que luchar por mi sitio, por mis habilidades y probablemente sea eso lo que le molesta. Él me considera un bastardo- Addimus sonrió pero sin malicia y resentimiento. Él tomó mi mano muy cuidadosamente, yo lo miré con cautela y apenas pude hablar.

-Vales mucho.- le dije muy sinceramente. Él me miró con cautela durante unos segundos y luego su mirada se fue hacia mis labios. Sus labios eran tan sensuales y atractivos que no pude resistirme, obedeciendo el impulso repentino, me puse de puntillas, me presioné contra él y lo besé. Él dejó de respirar por un segundo, petrificado, retrocedí tras su evidente rechazo.

- Y..yo..lo.. lo siento..yo..- estaba mirando el suelo avergonzada cuando él se acercó y me presionó contra él con fuerza, me sujetó el rostro con ambas manos y presionó sus labios contra los míos muy fogosamente, lamiendo y saboreándome, tirando de ellos. Sus manos bajaron por mi cintura recorriéndome entera y las mias ahora estaban en su cuello. Él besó fue lento y pasional, saboreándonos él uno al otro. Addimus me levantó y me apoyó contra algo duro y frío, él también colocó sus manos ahí y de repente con un movimiento brusco, me apartó de él. Estaba mirando la estatua, donde nos habíamos apoyado, sorprendido y con dolor. Me giré en la dirección contraria a él dolida por su insensibilidad.

-Esto está mal- dijo entonces, me giré de golpe.

-¿Una estúpida estatua te dice que está mal? ¿Tu padre tal vez? ¿Vamos a romper así la harmonía entre ambos bandos? ¿A caso vamos a tener un hijo o algo parecido?- soné dolida y distante.

- No lo entiendes Lorianne

- Será eso- nos quedamos en silencio unos segundos y después yo me levanté y me fui sin decir nada. Estaba de camino a mi habitación cuando me volví a marear. Las paredes empezaron a flotar, el suelo temblaba sin dejarme si quiera andar, las rodillas se me doblaron y caí redonda al suelo. Dos sombras aparecieron entonces, pero para entonces yo ya no veía ni oía nada.

El secreto del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora