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—no le quiero dar mi cerdito de peluche.
suspiré mientras golpeaba mi frente con la palma de mi mano, cansado de que se comportase como un niño. — Kook, debemos regalarle algo antes que se vaya —me acerqué a él, intentando quitarle el peluche, pero estaba muy alerta a mis movimientos, por lo que no lo logré. —anda, que nunca lo usas.
—pero... —miró hacia otra parte indignado, no sabía qué le ocurría, pero tampoco quería ir a fondo en ello, Taehyung se iba en unos minutos, y debía pensar rápido. —vale —esbocé una sonrisa, dispuesto a que me entregara el cerdo, pero cuando estiré mis manos, él lo abrazó. —pero con una condición.
—ya estamos —rodeé los ojos, era Jungkook, no podía esperarme que me entregara algo por voluntad propia. —¿qué quieres?
—harás lo que yo te pida por un día entero.
alcé una ceja. —es broma, ¿verdad?
su sonrisa coqueta me hizo dudar bastante, incluso retrocedí unos pasos por ello, Jungkook cuando se lo proponía, podía ser muy ingenioso, pero eso no le quitaba lo idiota. —tú decides.
¿y si me obligaba a hacer cosas vergonzosas?, ¿y si me pedía que me tirara del quinto piso?, no, no sería capaz de eso, pero de todas formas me daba miedo estar a las órdenes de un boomer que se creía de catorce años.
—¡Yoongi, me voy!
bueno, no creo que pase algo tan malo.
le quité el peluche de sus manos, él entendió en ese momento que estaba accediendo a su petición, pero poco me importaba, lo que realmente estaba pasando por mi mente en ese momento era que Taehyung no se escapase de mi casa sin antes recibir el regalo.
— Tae —sus ojos se detuvieron en los míos unos segundos, para luego dirigirlos hacia el bonito animal de felpa que tenía entre mis manos. —t- ten, para que nos recuerdes.
—oh, grac-
—suerte en california, V.
mi compañero de piso cerró la puerta antes de que el pelicastaño dijese unas palabras, me crucé de brazos, recriminándole con la mirada, pero él sólo se encogió de hombros y me lanzó un beso invisible.
Jeon Jungkook dos, Min Yoongi cero.
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