Cuarenta

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Tati

— mmm... — me quejé al sentir que alguien me estaba levantando

— hola bebe... — sonrío Mateo dejandome unos cuantos besos por toda mi cara

— hola mi amor... — solté despacito abrazandolo por la cintura y quedandome asi por un buen rato

— ¿todo bien chiquita? — preguntó acariciando mi pelo con suavidad

— ajá... — mentí

— ¿queres que prepare unas chocos asi merendamos?

— dale si... — le sonreí con los ojos chinos por el sueño

Mateo bajo a la cocina mientras yo me levantaba de la cama. Fui al baño y me arregle como para parecer persona. Me clave una remera de él que encontre por ahí y baje.

Una sonrisa se formo en mi cara cuando lo vi concentrado preparando todo y sin dudarlo lo abrace por la cintura, apoyando mi cabeza en su espalda.

— ya termino... anda a sentarte si queres... — sonrío él

Hice lo que me ordeno y me quede esperando como una nena chiquita. Como cuando mi mamá me preparaba el desayuno antes de ir al colegio, cuando las cosas estaban bien, o por lo menos no tenia la conciencia para darme cuenta si estaban mal.

— fijate si esta bien... — habló mi novio dejandome la taza delante. La tome entre mis manos y le di un sorbo

— esta re rica... — le sonreí relamiendome los labios

— viste... alto crack...

— siome... — solté girando los ojos

— ¿todo bien? hace unos cuantos dias que no nos veiamos... — preguntó mientras comia las galletitas que había traido

— sip... todo bien...

— ¿segura?

— no empecemos amor... dale... — le pedí. Cada vez que arrancabamos así terminabamos peleando

— y bueno Tati... es que no se... estas rara... ya se que te lo vengo diciendo hace unos pares pero es la verdad...

— estoy bien... en serio...

— desde que paso esa secuencia rara en la casa del duko que nunca me contaste, que no sos la misma... pero si no me contas, no te puedo ayudar... — suspiró él que siempre trataba de entender que era lo que me pasaba

— ya fue eso, ya paso...

— bueno si ya fue me podes contar entonces...

— no jodas Mateo dale... no empecemos... — me quejé mirandolo a los ojos

— no es joder amor... es que necesito saber que pija te pasa... porque esta no es la piba que conoci...

— la gente cambia... no se... — suspiré negando

— ¿bueno pero porque mierda cambiaste vos entonces? — preguntó confundido

— por nada...

— pasamos de vivir juntos a vernos 2 veces por semana, de que me vivieras descansando con todo a que practicamente emitas palabra... hace unos pares de semanas que no me tocas ni con un palo...

— ahh ya entiendo... todo se reduce a que no tengo ganas de cojer...

— no... no digas pavadas... ya sabes que no. Pero me resultan raras todas esas cosas porque vos no eras asi... de un momento para el otro como que te apagaste... — negó él confundido

TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora