Capítulo 17

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Al día siguiente, Eliana prefirió quedarse toda la mañana durmiendo y fue Clara la que sí se fue con su padre a Berlín. La pequeña tomó su desayuno deprisa para poder irse con sus amigas y así distraerse un poco respecto al asunto de su hermana. Llevaba un vestido rosa claro muy sencillo y dos coletas, no le apetecía arreglarse demasiado. Cuando llegaron a la puerta de la barbería, antes de que Clara pudiera irse, su padre le dio un par de advertencias.

-Mucho cuidado de no meterte en líos, y más vale que estés con tus amigas porque si no no volverás a Berlín hasta que yo lo decida, ¿te acuerdo?.

-Sí padre, no te preocupes.

Entonces Eden comenzó a abrir las puertas de su negocio mientras que Clara buscaba por ahí a sus amigas, que se encontraban en un pequeño parque a unos pocos minutos de donde trabajaba Eden. Sus dos amigas se alegraron de verla porque llevaba un par de días sin ir por allí, pero Clara explicó brevemente los motivos en una sola frase: "Tengo pequeños problemillas familiares"

Ambas ya no volvieron a preguntar, tampoco querían meterse en un problema familiar de su amiga. Los planes aquella tarde fueron simples: Estuvieron por ahí en el parque un rato hablando como no de chicos, una contaba que le gustaba el vecino de al lado, la otra decía que otro chico que vivía cerca...Y Clara solo se fijaba en los guapos que iban al parque un poco mayorcitos que ella, luego andaron por las calles de Berlín, se compraron unos helados de chocolate y cuando se acercaba la hora de marchar a la barbería, una de sus amigas, la más alta, la acompañó un poquito hasta una farola y se volvió, pero a los cuatro segundos, Clara comenzó a escuchar risas e insultos tras ella. Se dio la vuelta y vio a un grupo de cuatro chicos (Juventudes Hitlerianas) con su unforme rodeando a la amiga de Clara, y entonces, no supo otra cosa que hacer salvo salir corriendo sin más, y uno de esos chicos la vio y se dio cuenta de que también era "enemiga", por lo que se dispuso a perseguirla, pero enseguida la perdió de vista y volvió con sus compañeros para seguir burlándose de la otra niña.

Clara se dio la vuelta sofocada con la esperanza de que no la siguiera nadie y de pronto, siente como una mano tapa su boca, pero se calma al reconocer su voz.

-Tranquila pequeña, ¿qué te pasa?.-preguntó Nevin-

-Un grupo de Nazis han rodeado a mi amiga...

-¿Cómo? ¿pero qué le están haciendo?

La voz de la niña temblaba y sus dientes superiores chocaban con frecuencia contra los inferiores.

-No lo sé, mi única reaccion ha sido huír.-contestó-

Nevin la abrazó sin más y se la llevó a un sitio seguro fuera de las Juventudes Hitlerianas.

-Bien, aquí estarás a salvo.-dijo él-

-Tengo que volver, mi padre me estará esperando.

-Voy contigo.

-No quiero ser un estorbo.

-No digas tonterías, lo último que quiero ahora es que esos cabrones te alcancen.

Al parecer, esa frase la calmó, comprendió que Nevin era un buen chico, no como Kinor, y que por lo menos, ya no iría sola por el camino.

Eden ya la esperaba en la puerta, y por fin la vio aparecer otra vez con Nevin.

-Perdón, las conversaciones son un poco...entretenidas.-dijo Clara-

-Cinco minutos tarde.-dijo Eden sonriendo-

-¡Padre, eso no es nada!

Los tres rieron, Clara sin tener ganas después de lo que había pasado. Seguidamente subió al coche y se despidió de Nevin por la ventanilla y luego Eden le dio la mano al joven alemán como despedida. Durante el camino, Clara no tenía pensado decir nada de lo que había ocurrido, y al llegar a casa en la hora de comer estando ya todos alrededor de la mesa y con los platos puestos, Eden comenzó a hacer sus típicas gracias.

-Clara ha vuelto a regresar con Nevin. No te estarás enamorando, ¿eh?.-dijo él-

Eliana miró a su hermana arqueando una ceja a modo de una explicación, pero Clara no hacía ni decía nada, solo alzaba los hombros arriba.

-¿Cómo se va a enamorar? Es imposible, es mucho mayor que ella.-dijo Eliana-

-Un amor no se mide por la edad, sino por lo bueno que sea.-replicó Clara con indirectas-

-¿Pero te gusta ese chico?.-preguntó Kiva-

Clara aprovechó la situación para comprobar si Eliana sentía algo por Nevin, aunque fuera mínimo.

-Sí madre, me gusta.-contestó mirando a su hermana mayor-

Eliana frunció el ceño y apretó un poco los puños, un gesto que había visto Clara, y entonces para ella volvieron las esperanzas de que pudiera salir de los brazos de Kinor.

-Ni siquiera se fijaría en ti...-dijo Eliana-

-¿Quién sabe? ¿Crees que en ti si? Ha asumido que ya no puede estar contigo y está empezando de cero. Sin ti, pero lo está haciendo, y la verdad esque lo está llevando bastante bien.

-A mí me da igual.

-A la que le da igual es a mí.

Clara se levantó de la mesa, cogió su plato sucio, lo fregó y después se subió hacia arriba para jugar un rato con las muñecas, que era lo que más solía hacer cuando se sentía sola. Esa tarde, Clara prefirió quedarse en casa, después de lo que había pasado por la mañana no quería volver hasta pasar un par de días. Sinceramente ahora temía por la seguridad de su hermana, porque en cualquier momento, un grupo de Nazis podrían cogerla, rodearla e insultarla, y quién sabe si hacerle daño. Por otro lado, no estaba Nevin con ella, que era quien de verdad la iba a proteger, no Kinor, que en lugar de eso, la hería. Llegaron las cinco de la tarde y Eliana ya estaba lista para irse a Berlín, aunque a ser sinceros no tenía ganas de ver a su novio, lo único que quería era salir de ahí de una vez por todas antes de que fuera demasiado tarde. Eden no le dio ninguna advertencia, puesto que ya estaba todo dicho la noche anterior y lo único que ella debía hacer eera tener cuidado, mucho cuidado con Kinor. Eliana caminó hasta llegar al buzón donde Nevin estaba haciendo su trabajo. Ambos enseguida se vieron desde lo lejos y ninguno de los dos se dijo ni una palabra tras pasar por al lado, pero unos pasos más adelante, Eliana no pudo evitar la tentación de hablarle, asíque se paró, luego dio marcha atrás y se puso frente a Nevin.

-¿Qué le haces a mi hermana?.-preguntó Eliana-

-¿Perdón?

-Dice que le gustas.

Nevin comenzó a reírse.

-¿Y qué por eso?

Eliana no supo qué decir.

-Nada. Simplemente quiero quitarle esa idea de la cabeza puesto que eres demasiado mayor para ella.

-Pues eso lo hablas con ella, no conmigo, ¿no te parece?

-Ya lo he hecho, pero ha venido tan ilusionada...

Nevin entonces cayó en la trampa de su hermana y miró fíjamente a Eliana negando con la cabeza-

-No es cierto. Apuesto a que no sabes lo que le ha sucedido esta mañana.

Ella se quedó pálida.

-Un grupo de Nazis rodearon a su amiga y ella consiguió huir. Yo la ayudé, la llevé por calles seguras, asíque eso que te ha dicho es mentira, el primero que no le gusta soy yo.

Se murió de vergüenza, todo había sido un truco de Clara para sacarle si sentía algo de celos...Y aquel numerito le hizo comprender a Nevin que algo sí le importaba.

-¿Algo más?.-preguntó él-

Eliana no contestó, se fue en busca de Kinor sin decir adiós a uno de los mejores amigos que había tenido recientemente y que cada vez iba perdiendo más.

Los barracones de Auschwitz (Editorial Dreamers) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora