Capítulo 41

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-Se acabó la pesadilla.-dijo Nevin-

-Por fin.

Silencio, a los dos les resultaba raro no estar juntos, tan cerca uno del otro.

-Siento no ser lo que te gustaría que hubiera sido, yo te sigo amando.-dijo él-

-Nevin ya hemos hablado de eso...

-Mírame y dime que no sientes lo mismo.

Eliana le miró a los ojos siendo incapaz de decir que no lo amaba.

-No puedo decirte eso ya que no es lo que siento.-dijo ella-

-Entonces sigamos juntos.

-Yo...No puedo.

Ella bajó del coche para entrar a casa cuando Nevin hace lo mismo y la detiene y la besa de repente. Al principio Eliana se resistía intentando apartarlo de ella, pero el amor venció la resistencia y se dejó llevar por sus besos. Después se miraron a los ojos.

-¿Eso qué ha significado para ti?. ¿Nuestro último beso?. Si es el último dímelo y te prometo que me alejaré de ti.-dijo Nevin-

Eliana no sabía qué contestarle, y aunque deseaba más que cualquier cosa estar a su lado, las circunstancias la hicieron negar de él una vez más. No quería que ninguno saliera trágicamente mal. Nevin asintió triste ante esa decisión y la besó en la frente, y antes de irse le dijo:

-Así tú lo has decidido, pero los dos sabemos que me deseas tanto como yo.

Y tras sus últimas palabras, se marchó junto a la brisa.

***

Y así de melancólico pasó el mes de noviembre. Eden no volvió a trabajar en Berlín, le daba miedo volver, ahora todo era peligroso, oscuro, lúgubre y aterrador, solo llevaba a las niñas a clase, que cada vez se hacían más insoportables. La mayoría de las veces, Eliana se escapaba junto a sus amigos, ninguno quería estar ya en aquel ambiente en el que los compañeros de clase los miraban por encima del hombre y lanzaban insultos y humillaciones constantemente. Sí, Eliana se encontró con Nevin varias veces repartiendo cartas, ahora eran como dos desconocidos que solo se conocen de vista, ni se saludaban, ni se hablaban...Todo era golpe tras golpe. Pero así debía ser, o al menos eso pensaba ella. Una mañana, mientras Eliana vagaba en soledad con su vestido y un abrigo negro, una figura plantada frente a ella la hizo detener sus pasos: Egbert Blau, que la contemplaba sonriente al verla. Mientras se saludaban, Nevin pasaba por la misma calle desde la otra acera y se detuvo al verlos juntos.

-Tú otra vez, señorita Steimberg, ¿y tus clases?.-preguntó él-

-Aburridas, demasiado aburridas...Digamos que me escaqueo de ellas.

-O quizás sea la profesora, que hace que las clases sean aburridas.

-Podría ser.

Ambos echaron a reír, ella como siempre con disimulo. Nevin ante esas risas, no pudo aguantar los celos y caminó hacia ellos casi al límite de perder los estribos cuando llegó a ellos. Eliana al verlo, se le esfumó la sonrisa de la cara y Egbert y Nevin se miraban desafiantes.

-Pasándolo bien, ¿no?.-preguntó Nevin-

-No es lo que piensas...-dijo Eliana-

-¿Segura? ¿y esas risitas?.

Eliana lo fulminó con la mirada.

-¿Qué te importan las risitas? Ya no estoy contigo. Vámonos Egbert.

Lo cogió del brazo para marchar lejos de Nevin y él no se daba por vencido.

-Me dejas para irte con otro...-dijo Nevin-

Los barracones de Auschwitz (Editorial Dreamers) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora