Capítulo 32

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Llegaron las dos de la tarde, la pareja fue hacia la puerta del trabajo de Eden y cuando salió a la vez que llegó Clara, se les quedaron mirando de arriba a abajo al verlos empapados.

-¿Ha llovido?.-preguntó Clara picarona-

Nevin y Eliana subieron a la vez los hombros en alto sonriendo.

-Nos caímos al agua.-contestó Eliana-

Eden entró de nuevo a su barbería y cogió dos toallas de color azul cián que entregó a su hija y a Nevin para que se secaran y no cogieran frío.

-Sois un desastre, ¿qué hicistéis para caeros?.-preguntó Eden sonriendo-

-Bueno señor, hubo una disputa entre su hija y yo sobre quién quería más a quién, y para demostrarle que yo, fui a besarla y la barca se volcó.-contestó Nevin-

Eliana no esperó aquella respuesta por lo que se sonrojó y agachó la cabeza sonriendo por lo bajo recordando el momento.

-Vale, muy bien. Me basta. No sé ni por qué habré preguntado.-dijo Eden riendo también-

Cuando Nevin ya se había secado lo suficiente, volvió a entregarle la toalla a su suegro y al despedirse de todos ellos ya se fue a casa y los demás también. Todo fue bien hasta que llegaron y los tres entraron a casa viendo a Kiva con un papel en la mano y con los ojos encharcados. Eden le arrebató el papel y comenzó a leer entre sí:

"A partir de mañana, todos los judíos deberán llevar una estrella de David cosida en sus ropajes, y no podrán andar por las calles a partir de las ocho de la tarde. Todo judío que sea descubierto incumpliendo la nueva norma, será llevado al calabozo y permanecerá allí hasta que aprenda la lección"


Eden seguía con el papel sobre las manos y la vista puesta en el contenido con los ojos un tanto llorosos también. A Eliana le parecía que ya llevaba mucho tiempo leyendo la nota, asíque supuso que no era nada bueno, por lo que antes de leerla, preguntó:

-¿Vá todo bien?

Nadie contestaba. Eliana le quitó el papel a su padre y comenzó a leerlo junto a su hermana Clara, que también quería saber lo que sucedía.

-¿Toque de queda?.-se preguntó Eliana en alto-

-Pero...¿Y la estrella es necesaria?.-preguntó Clara después-

-Vosotras no la llevaréis.-dijo Eden-

-No acabo de entender eso...-dijo Eliana-

-Todavía seguís sin tener una "J" en el carnet, pero sí vuestra nacionalidad, por eso, aquí a las siete y media en la puerta del trabajo. Pondré un nuevo horario.

-Padre si nos descubren...

-Vosotras estad aquí a las siete y media y no pasará nada. Es muy importante que os acordéis de la hora. Me niego a que forméis parte de esta pantomima.

-¿Y tú?

-Yo me coseré la estrella.

Kiva, Clara y Eliana bajaron las miradas sin poder hacer nada al respecto, uno de la familia ya había sido fichado como judío y para más humillación a parte de la letra en el carnet, ahora debía coserse una estrella de su religión en cualquier prenda para que todo el mundo supiera quién era. Clara empezó a dudar de si ser judía era bueno o malo ya que la mayoría les odiaban, otros les pegaban o les insultaban y otros tantos más se cambiaban de acera cuando veían a un judío aparecer. Su mente comenzó a ser invadida por infinitas preguntas, todas sin ninguna respuesta, aunque lo cierto esque sí que había una: Nadie tenía la culpa de que un hombre tan poderoso como Hitler pensara de una manera tan fría y cruel hacia una raza, una raza igual a todas las demás con personas con derechos y libertades, personas que intentan ser felices..Solo eso. Clara, aturdida por tantas dudas, se subió a su habitación sin decir nada a nadie para aclarar un poco sus ideas. En el piso inferior, todavía estaban los demás en silencio, ninguno sabía lo que decir al respecto, claro era que todo se iba complicando cada vez más y lo peor es que nadie podía impedir lo que estaba pasando. Padre e hija se miraron de repente con la mirada perdia y triste, y la mano derecha de Eden acarició suavemente la cara de su hija.

-Ya que yo no supe protegerme lo suficiente, lucharé para que a vosotras no os pase lo mismo. Como esto siga así al final acabaremos luchando por nuestras vidas.-dijo Eden-

-Nos verán llegar juntos.-dijo Eliana-

-Pues quiero que hagas una cosa si eso sucede.

-No me pidas que te niegue, ya lo hice una vez y no sabes lo que duele...

-Tendrás que hacerlo. Yo para vosotras a partir de mañana soy un simple taxista que os recoge de paso.

-No podré hacerlo...

-Hazlo por mí, por tu hermana, por tu madre y por ti misma. Tienes que hacerlo tan bien que no te deben pedir el carnet de identidad.

Eliana se quedó pensativa, nunca antes había tenido que fingir lo que no era y negar quién era su padre, todo para que no supieran que eran judías y no las ficharan. Su misión ahora, era hacer creer al resto que eran alemanas.

-Díselo a tu hermana.-dijo Eden-

En silencio, subió también al piso superior para hablar con su hermana y explicarle un poco lo que estaba sucediendo y lo que tenía que fingir ser a partir de la mañana siguiente. Una vez en su cuarto, Eliana le explicó con calma y paciencia que ser judía no era nada malo, ni tampoco algo de lo que sentirse avergonzada. Al contrario, le dijo que se sintiera orgullosa de ser lo que era, pero que por el momento no lo publicara delante de nadie para estar a salvo del dictador que ahora gobernaba con fuerza el país entero con ansias de conquistar nuevos territorios europeos. Clara preguntaba constantemente por qué les odiaban tanto, y Eliana a su pregunta se encogió de hombros y aunque sabía la respuesta perfectamente le dijo: "Nadie es mejor que nadie, pero si nos odian y se consideran superiores, será porque tienen algo que envidiarnos"

Clara se quedó al parecer más tranquila y abrazó a su hermana, que también se calmó un poco más después de hablar con la pequeña. Esa misma tarde, cuando Eden tenía que volver al trabajo y cambiar su horario, Eliana fue la única que se fue a Berlín junto a él, y le sorprendió no ver a Nevin en la puerta cuando llegó, asíque pensó que la noticia del toque de queda le había quitado las ganas de salir. Buscó a sus amigos y cuando llegó a la fuente allí estaban Dina y Mara, que se alegraron de verla y le dieron un fuerte abrazo. Estaban hablando de las nuevas novedades, muy molestas criticaban en voz baja al dictador con ganas deseándole lo peor.

-¿Vostoras qué haréis? ¿Os podnréis la estrella?.-preguntó Eliana-

-¿Tú no?.-preguntó Mara-

-No.

-Si te descubren será peor, lo sabes ¿no?.-interrumpió Dina-

-Lo sé, pero no quiero formar parte de este círculo y si existe una pequeña posibilidad de resguardarme a mí y a mi hermana de todo esto lo haré.

-Tendríamos que vernos a escondidas.

-¿Por qué?

-No dejan que los alemanes se acerquen a los judíos ni mantengan conversaciones.

-¿Me lo estás diciendo enserio?.

-Eso me ha dicho mi padre, y ya sabes lo puesto que está en política.

Silencio de repente, la situación estaba cada vez peor y sabían de sobra que eso era el comienzo de una pesadilla que podría acabar muy mal.

Los barracones de Auschwitz (Editorial Dreamers) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora