Capítulo 27

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Tras esa frase, él se apartó de encima y sentado en el suelo, no dejaba de sentirse mal por no haber respetado su decisión, pero todo se le había mezclado y no supo reaccionar de otra manera que esa. Ella lo vio mal, sabía por su expresión que se sentía estúpido, por lo tanto, lo abrazó por la espalda y él sonrió al notar sus brazos rodeando su cuerpo, sientiendo el calor de su piel...Nevin le agarró las manos y no era capaz de girarse ni mirarla a los ojos. Sintió una mano de piel suave que lo agarraba de la barbilla y le guiaba la cara hasta que la mirada de los dos se encontraron una vez más, ella sonriendo.

-Sonríeme.-le pidió Eliana-

-No me atrevo.

-Sonríeme y con eso me harás feliz el día.

Nevin la miró un par de segundos y sin saber por qué, le salió una sonrisa perfecta digna de admirar.

-Se acabó, sé que no lo hiciste con mala intención.-dijo ella-

-Aún así yo no te he...

-¿Respetado? Entiendo que puedas tener tus malos días y yo estaré tanto en los buenos como en los malos para hacerte sonreír tal y como tú lo hiciste mientras yo estuve mal. Borremos el pasado. ¿Quieres un poco de zumo?

Eliana le ofreció el vaso y él sonriendo lo tomó y de un trago se lo bebió. Llegó la tarde, los estómagos estaban llenos y el cuerpo pedía algo de descanso, asíque se echaron un poco sobre las mantas, ella entre los brazos de Nevin porque tampoco quería dormir si no era pegada a él a pesar de no atreverse a besarlo todavía. Un par de horas después, cuando Nevin despertó de su siesta, no vio a Eliana junto a él y se levantó del suelo sobresaltado creyendo que le había sucedido algo. Voceó su nombre en alto unas tres veces y nadie contestaba, hasta que los arbustos se movieron y tras ellos vio la mano de su dama que la movía a propósito para que fuera a buscarla.Una sonrisa pícara le salió de la boca y corrió hacia el arbusto, pero ya no estaba allí escondida, se había refugiado en otro sitio.

-Más vale que no te encuentre.-dijo él-

De pronto, una leve risotada se le escapó a Eliana y él la escuchó, una risotada que lo condujo hacia un enorme árbol seco de corteza y lleno de hojas. Lentamente fue acercándose hacia él para sorprenderla por detrás, y entonces se asomaron los dos a la vez encontrándose las miradas.

-Te daré un consejo: corre.-dijo Nevin-

-¡Qué miedo!

-¿Quieres cosquillas?

Y tras esa frase, Eliana echó a correr a toda velocidad sin detenerse en dirección al lago para allí coger agua con sus manos y lanzársela, pero no llegó porque Nevin la cogió en brazos y empezó a dar vueltas con ella hasta que despacio cayeron al suelo uno al lado del otro.

-Se hace de noche, deberíamos volver.-dijo Nevin evitando la tentación de intentar besarla de nuevo-

-Sí, yo tengo que irme a casa.

-Todavía no sé dónde vives. Es el primer verano que te veo por Berlín.

-He estado mucho tiempo aquí, aunque en realidad más que de Alemania, soy de Polonia.

-¿Enserio? ¿Y cuánto tiempo llevas aquí?

-Desde los cinco años. Si no te lo digo ni siquiera lo sospechas, tengo acento perfecto.

-Ya lo creo. En todo caso, me alegro de haberte conocido.

-Lo mismo digo.

A pesar de que Eliana le confesó que era de Polonia, Nevin seguía pensando que su religión era cristiana y no la judía, y Eliana seguía pensando que él era un judío. Levantaron sus cuerpos del suelo y luego recogieron las mantas y la comida para partir de nuevo a la ciudad en el carro de Nevin. Montaron y después se fueron a la barbería a las nueve en punto de la noche, donde en la puerta, estaba Eden esperando desde hacía un minuto, por lo cual Eliana no llegaba tarde.

-¿Qué tal lo habéis pasado?.-preguntó Eden-

-Muy bien padre, gracias.

-¿Querrías volver esta noche?

Eliana y Nevin se miraron y asintió a su padre ilusionada.

-Esta noche hay fiesta en un local.-anunció Eden-

-¿Y me traerías esta noche?

-Si tú quieres y yo sé con seguridad que él te va a cuidar, yo te traeré.

-No se preocupe por eso señor, yo cuidaré de ella toda la noche, no me alejaré de ella.-dijo Nevin-

-A las diez y media.-dijo Eden-

Eliana saltó de alegría y le dio un fuerte abrazo a su padre.

-Luego iremos tu madre y yo, y tu hermana no sé si vendrá.

-Eres el mejor.

Eden y Nevin se despidieron y padre e hija se marcharon a casa. Nada más llegar a la puerta de casa, bajó del coche a toda velocidad con una amplia sonrisa que no se le borraba de la cara en ningún momento. Cenó la primera a toda prisa y luego subió arriba rumbo a su habitación para cambiarse y ponerse más bonita de lo que ya era. Abrió su armario y escogió un vestido elegante de color marrón clarito que le llegaba hasta las rodillas, seguidamente se soltó el pelo rubio y se cepilló la melena frente al espejo del baño, poniendo espués sobre su cabeza, un lazo blanco, luego se echó maquillaje, y un poco de sombra azul sobre los ojos, y cuando llegó el momento de echarse el perfume se detuvo preguntándose si se había arreglado demasiado..Las malas pasadas le pasaron factura y creía que todo iba a ser igual, hasta que su hermana pequeña entró al baño y se detuvo observándola esperando ansiosa, que se echara ese perfume que tanto le gustaba y diera todo de ella allá en el baile sin importarle lo que pudieran decir los demás.

-¿A qué esperas?.-preguntó Clara-

-No sé si debería...¿Y si...?

-Él no es como Kinor, ya lo sabes. Es más, tal y como vas esta noche, seguro que le gustas mucho más.

-Llevas razón, pero ese miedo me persigue desde entonces.

-Eliana, ese miedo es precisamente lo que no te deja seguir hacia adelante.

-¿Qué debo hacer?

-Olvidar. Olvídate de lo que pasó con Kinor y no temas a abrir el corazón de nuevo. Y ahora, échate ese maldito perfume y demuéstrale a ese cerdo que ya nada te asusta.

La hermana mayor le sonrió y sin duda alguna, ahora se echó el perfume por el cuello y un poco por el vestido para marcar más la diferencia entre todas las demás.

-¿Vendrás?.-preguntó Eliana-

-Supongo que sí.

-Allí te veré. Me voy, se aproximan las diez y media.

Eliana se fue del aseo con una sonrisa y cuando Clara la vio tan feliz y decidida a seguir hacia adelante sin temor, también sonrió por ella, al fin vio con sus ojos lo que tanto había deseado desde el día en que empezó a salir con Kinor.

Los barracones de Auschwitz (Editorial Dreamers) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora