Capítulo 37

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—Por lo que veo aquí ustedes son los protagonistas —el director suelta un suspiro acomodando su saco para luego sentarse en su silla giratoria— Tienen cinco minutos para explicar lo sucedido o los tres van a estar suspendidos por un mes.

—Este tiene la culpa —dijeron Ethan y Austin al unísono.

—¡Ya! —exclamo— Los dos se callan ahora, hablaré yo —paran de pelear inmediatamente—. Austin fue a sacarnos de clase junto con Kelsey solo para decirnos sobre el partido del miércoles, Ethan le reclama por sacarnos de clase solo para decirnos eso, pudiendo haber esperado la hora del receso, entonces Austin metió su hocico en asuntos personales que no debe y eso molestó a Ethan. Fui a buscar a Ethan para que se evite un problema, pero cuando nos íbamos a retirar Austin me insultó y Ethan me defendió, eso fue todo, director.

—Tomaré la explicación de la joven Jennifer, como la única y verdadera —saca un legajo de uno de los cajones del escritorio—. Es una tontería, que hagan un lío como este por algo sin importancia —niega presionando la pluma que anteriormente estaba en el bolsillo de su saco— Puede irse a clase, Lennon —me pongo de pie y salgo de la oficina.

Había sido la pelea más estúpida que podía existir, esto parecía más bien un pretexto de ambos para matarse a golpes.

—¿Puedo pasar? —pregunto una vez que llego al aula y todas las miradas se enfocan en mí, como siempre.

—¿Dónde estaba? —preguntó la maestra de matemáticas.

—En la dirección —explico, la maestra asiente dándome el permiso de pasar. Luego de unos minutos todos comenzaron a secretear unos a otros, siempre tan lleva vidas como siempre.

Una vez que se acaba la clase es hora del receso, me encamino a la cafetería y voy hacia la mesa donde me sentaba todos los días en una esquina donde tengo una buena vista de todos los estudiantes y de la puerta también, pero incluso estaba un abanico arriba de la mesa la cual lo hacía —para mí— la mejor mesa de todas y para otros la mesa de los marginados.

—Hola —levanto mi mirada y era Ethan quien había tomado asiento en frente de mí.

—Hola —contesto seria mientras seguía con mis dibujos invisibles en la mesa de la cafetería— ¿Cómo te ha ido con el director? —pregunto entrelazando mis manos y posicionando mi cabeza sobre estas.

—Suspendido una semana —sonríe despreocupado.

Eso me hizo enfadar.

—Eres un tonto, Ethan —le doy un puñetazo en el hombro.

—Oye —frunce el ceño mientras sujetaba mi brazo— ¿Por qué? ¿Por defenderte? —se molesta.

—Así es, no debiste hacerlo —frunzo el ceño también—, si lo hubieras ignorado, estas heridas —señalo sus golpes en el labio y en su pómulo izquierdo—, no hubieran pasado —suelta una carcajada.

—Si él no hubiese abierto la boca no las tendría —contesta señalado sus golpes—, pero él quedó peor —señala hacia donde estaba Austin igual con varios moretones en su rostro que comenzaron a aparecer y que seguramente no serían los únicos ya que Ethan lo había molido a golpes más las dos veces que lo estrelló con el piso.

—¿Y él también está suspendido? —pregunto fingiendo indiferencia.

—No —arrastra la palabras con enojo—, porque es el "primer problema" que tiene, así que solo tendrá detención, además también porque yo di el primer golpe.

Niego con la cabeza con desaprobación, me pongo sobre mis pies acercándome a él.

—Mira tú labio...—acaricio su mejilla— ¿No te duele? —le pregunto y se pone sobre sus pies haciendo que inclinara mi cabeza un poco hacia atrás.

El precio de un beso © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora