Capítulo 39

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Me giro en la cama quedando con la mirada en el techo. Toda el día no había podido dejar de pensar en Ethan.

Estando con él no me importaba lo que los demás pensaban de mí, solo me interesaba él y lo peor es que estaba cada vez más consciente de que estaba loca por él.

Mi teléfono comienza a vibrar y ya que lo traía en el bolsillo de mis shorts me sobresalté un poco. Al sacarlo de mi bolsillo el nombre de Ethan iluminaba la pantalla provocando que una sonrisa tonta se pintara en mi rostro.

—Hola —saludo feliz.

—Hola —responde—¿Ya estás lista?

—¿Lista? ¿Para qué?

—¿No irás al partido?

—Ya te dije que sin ti no iría —me siento en mi cama.

—Cámbiate ya, estoy afuera de tu casa.

—¿Qué? —casi grito— ¿Y por qué no me llamaste antes, Ethan?

—Porque no tenía pensado ir, cámbiate ya —repite.

—Está bien, no tardo —miento, claro que tardaría.

—Jennifer —dice antes de que despegara el teléfono de mi oído.

—¿Sí?

—Vestido no, por favor —bufo y cuelgo al escuchar cómo se reía de mí.

Rápido entro en mi armario tomando lo primero que encuentro, aplico brillo labial y me cambio a la velocidad de un rayo. Una vez lista salgo volando de mi casa y me llevo una gran sorpresa al ver que venía en su motocicleta.

—¿Lista? —pregunta y yo asiento con la cabeza. Ethan, ladea su cabeza indicándome que me subiera.

—¿Iremos ahí?

—Sí —contesta sonriendo— No me digas que también le tienes miedo.

—¡Claro que no! —digo emocionada y corro a su lado admirando su impecable motocicleta.

—Ten —me entrega un casco negro y ruedo los ojos—. Me gustas más con el cabello suelto —pasa su mano por mi cintura acercándome hacia sí.

Era demasiado frío para decir un cumplido, así que cuando decía uno siempre me tomaba desprevenida.

Aun sujetando el casco paso mis brazos por su cuello uniendo nuestros labios. Me besaba con una delicadeza exquisita, sus deliciosos belfos se acoplaban a la perfección con los míos.

Ethan se separa subiendo su mano a mi mejilla acariciándola con cariño.

—Creo que estoy reconsiderando la idea de ir—susurra sobre mis labios—. ¿Y si nos quedamos?

—¿Estás loco? —pregunto entre risas—Yo no me pierdo este paseo en motocicleta.

—Podemos hacerlo otro día...—refuta mirando mis labios deseoso de volver a unirlos con los suyos.

—Pero yo quiero hoy, tal vez otro día continuamos —suelta un suspiro derrotado por lo que aprovecho para depositar un beso en sus brillantes labios—, espera...—paso mi pulgar por sus labios sacando los restos del brillo labial con color que se impregnó en ellos— Ahora sí, podemos irnos —me pongo en casco mientras me apoyaba en su hombro para poder subirme a la moto y en cuestión de segundos ya estaba atada a su cuerpo.

—¿No te cansas? —pregunta mientras subíamos las gradas buscando algún lugar para sentarnos.

—Es peor si nos quedamos abajo parados —volteo a verlo.

El precio de un beso © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora