Día 12 - Flores

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- Esto no tiene nada que ver contigo Volkov - la voz de Horacio retumbó por todo el lugar.

Hacía varios minutos que ambos mantenían una acalorada discusión en la sede del FBI, dentro de las cuatro paredes que representaban la oficina del menor.

- Que salga herido tiene todo que ver conmigo – replicó el comisario. El federal bufó, restándole importancia a lo que estaba diciendo del jefe de la LSPD.

- No estoy haciendo nada riesgoso, no hagas de esto una tormenta.

- Volviste a estar infiltrado, a pesar de que el médico dijo que debías mantener el brazo con el menor esfuerzo posible - explicó Volkov en un intento de hacer entrar en razón al otro - ¿a usted le parece eso una nimiedad?

- No estoy haciendo ningún esfuerzo - el agente se cruzó de brazos y puso sus ojos en blanco - simplemente voy a que me den la información que tienen - comentó- ni siquiera me he apuntado a sus robos o cualquier otra cosa.

- No va a poder evadir siempre la situación, está con unos vándalos.

- Estas siendo demasiado irracional Volkov...-

- No - golpeó el escritorio, haciendo que el de cresta no moviera un dedo - tu estas siendo irracional - su voz se elevó algunos decibeles, ésta situación lo estaba sacando de sus cabales.

- Paso de esto - Horacio se dio la vuelta dirigiéndose a la puerta a paso apresurado, Volkov no hizo nada para detenerle, ambos necesitaban calmarse.

Una vez que el de cresta estuvo afuera de la comisaría respiró pesadamente, por un lado sentía enojo por la negativa de Volkov a que trabajara, y por el otro, sentía decepción de que este no confiara en él. Habían recorrido un largo camino en su relación, sin embargo, el ruso no admitía la independencia que poseía Horacio en el trabajo, aún lo trataba como el alumno de hace años y eso le molestaba, bastantes cosas habían pasado ya en sus vidas, para no darse cuenta que ya no era aquel chiquillo ingenuo.

- Joder - pronunció antes de montarse en su motocicleta, para dirigirse, a lo que sería la sede de la nueva organización, que habían montado los miembros de la mafia feliz, junto con otros de sus conocidos.

La casa estaba en una de las zonas más ricas de la ciudad, Horacio desconocía de dónde habían sacado el dinero para comprarla, pero lo sospechaba, los últimos días, estos le habían comentado que estaban empezando a vender meta, ya que al parecer los distribuidores anteriores habían desaparecido de la noche a la mañana. Probablemente, habían decidido retirarse antes de que la policía los encuentre. Horacio supo, según Miller, que era cuestión de tiempo para atraparlos, y los cobardes habían decidido huir.

- Hola Mago – Dante se encontraba en el patio de la casa, al ver como Horacio descendía de su vehículo, se acercó a éste.

Horacio estaba enfrascado en sus pensamientos, tratando de entender porque el comisario era tan cabezota, que siempre quería tener la razón.

- ¿Estás bien? – pronunció el rubio ante la falta de respuesta del de cresta.

- ¿Eh? - Horacio miró a Dante, volviendo a la realidad – si, si, solo estaba pensando en alguien.

- Oh, ¿una novia?

El agente sabía que a su compañero le gustaba bromear sobre parejas con él, e incluso, le había querido encontrar una, pero eso se debía a que a le gustaba bromear con Kate sobre algunas situaciones y Dante no se lo tomaba muy bien.

- No, nada de eso.

- ¿Novio entonces?

Horacio sonrió, al parecer, no se daría por vencido.

- Quizás

Vio como la sorpresa de Dante se transmitía en su cara, hasta el momento, Horacio jamás había admitido tener pareja y aunque lo había dicho para molestar al otro, pensó si eso se aplicaba a él y Volkov ¿podrían llamarse novios?

- Ostras – exclamó, estirando de más la s.

Sin esperar a que dijera algo más, caminó a la entrada de la casa, ingresando a esta para ver a Kate y Adam sentados en el sofá.

- Buenas - fue el saludo de Horacio.

- Hola Mago - dijeron ambos al unísono.

Tomó asiento en uno de los sillones individuales, comenzando una charla de lo más amena.

Descubrió que había una banda nueva en la ciudad, y que la mafia de las armas estaba haciendo estragos en uno de los barrios bajos, dejando un claro mensaje para quienes quisieran meterse con ellos, además, supo que un grupo de chicas habían llegado a la ciudad, aún no sabían bien para qué, pero se comentaba que eran peligrosas.

Se mantuvieron charlando toda la tarde, hasta que a Adam se le ocurrió salir a dar una vuelta para terminar en algún bar o boliche, y así dejar un poco la tensión del "trabajo".

Horacio movía sus pies al ritmo de la música, el ruso no le había escrito después de su discusión y eso lo mantenía preocupado, pero no quería ser él quien diera el brazo a torcer, creía que tenía la razón, por ello no se rebajaría.

- Mago ven a bailar - sin esperar respuesta, Kate tomó su mano, arrastrándolo hacia la pista de baile.

Eran las tres de la mañana cuando llegó a su casa, a pesar de no estar totalmente borracho, sí llevaba unos tragos de más, por lo que tuvo que dejar su moto en el estacionamiento del Galaxy, debiendo tomar un taxi para llegar.

Salió del ascensor una vez éste marcó el número de su piso, buscó las llaves, mientras revisaba su teléfono, no habían mensajes, suspiró visiblemente.

Al estar frente a su puerta notó que había un ramo de flores apoyados en el piso, dejó su celular en el bolsillo, agachándose y tomándolo con ambas manos.

No eran las flores más lindas que había visto, sin embargo, el color era atrayente y el aroma inundaba sus fosas nasales. Las siguió observando una vez ingresó a su apartamento, ¿por qué estarían ahí?

Sin perder tiempo, buscó alguna tarjeta que le diera indicio del remitente.

Divisó entre el envoltorio y las flores una pequeña tarjetita, la tomó y leyó su contenido, haciendo que una sonrisa se le dibujara en el rostro y sus ojos se cristalizaran.

Rápidamente, tomó su móvil para dirigirse al chat que tenía con el comisario y escribir en él, "Te perdono, yo también lo siento"

El comisario recibió el mensaje a los pocos segundos haciendo que su corazón se tranquilizará, había pasado todo el día intranquilo, el de cresta sacaba lo peor de él y se arrepentía de querer manejarlo a su manera, aunque sabía que esto era imposible. Si bien se preocupaba por el bienestar de Horacio, debía entender que éste sabía lo que hacía, ya era un agente experimentado, incluso con más rango.

Sabía que el de cresta estaba bastante enojado, por lo que si lo llamaba no le contestaría pero no tenía idea de que más hacer.

Su opción llegó cuando salió de comisaría a hacer 10-33, a una cuadra, había una florería, quizás un detalle de ese estilo le vendría mejor.

Una vez entró a la tienda, le señaló a la dependienta un ramo de flores azuladas, si bien no sabía mucho de flores, sentía que aquellas serían las indicadas para Horacio.

- ¿Quiere que tengan algún mensaje? - preguntó la chica.

Volkov se lo pensó por un momento, hasta que encontró las palabras adecuadas.

- Sí, que digan "Solo no quiero perderle. Lo siento. V" 

Volkacio ValentineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora