Dolor

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Habían pasado 6 meses desde que dimos la noticia de que tendríamos una nueva miembro en nuestra familia. Todo el mundo estaba ansioso por ver a la nueva bebé Holmes.

Viendo las ecografías era una bebé hermosa, con muchos de mis rasgos pero tenía también algunos de Sherlock.
Los niños no paraban de hablar con mi tripa y de escuchar como su hermanita daba algunas patadas o se movía dentro de mi vientre, estaban fascinados con ella y eso me hacía muy feliz.

Su padre estaba que no cabía en sí de la alegría y volvía a estar como cuando esperábamos a Hamish y a Sherlock, nunca se estaba quieto y siempre iba a la nueva habitación de la bebé para comprobar que no faltaba nada para cuando llegase.

Por culpa de la llegada de la pequeña tuvimos que hacer una ampliación en el piso, para ello Sherlock compró en piso contiguo y llamó a una empresa para que los juntase. Gracias a la ampliación teníamos dos habitaciones más con un nuevo salón y una nueva cocina.

Por mi parte el embarazo resultó más sencillo de llevar que el primero, la bebé apenas se movía y no tenía tanta fuerza como la de sus hermanos cuando estaban dentro de mi vientre. Cada noche cuando iba a contarles un cuento a los pequeños para que se durmieran, me daba la sensación de que a ella también le gustaban, puesto que era cuando más se movía.

Aquella mañana yo me había quedado sola en casa ya que Sherlock tuvo un caso de forma repentina y la señora Hudson se había ido a comprar.
Estaba preparando la comida cuando noté un intenso dolor en mi tripa, agarré el borde de la mesa con mis manos con un leve grito, cada vez me dolía más.
-No por favor- dije quejándome -pequeña ahora no puedes venir-
El dolor se intensificó aún más y noté como un líquido comenzaba a correr por mis piernas mojándome los pantalones.
-Por favor pequeña no vengas aún- dije entre gritos.

Busqué mi teléfono pero me di cuenta que Sherlock se lo había metido en el bolsillo por accidente. El dolor era insoportable, parecía que se estaban rompiendo todos y cada uno de los huesos de mi cuerpo, no podía incorporarme debido al gran dolor que sentía.
A los 15 minutos escuché como la puerta del 221 se abría.
-Sherlock- dijo una voz masculina - ¿Estás en casa?-
-¡John!- dije llorando con fuerza - ¡Ayúdame por favor!-
-(T/N)______ -dijo él subiendo las escaleras - ¡Oh dios mío! te llevaré al hospital y llamaré a Sherlock por el camino-

John me cargó entre sus brazos y me subió a su coche poniendo rumbo al hospital de inmediato.
El tráfico era horroroso y cada vez me dolía más la tripa. Miré mis pantalones y vi como poco a poco se iban empapando de sangre lo que me hizo llorar aún más.
Cuando llegamos al hospital de inmediato me llevaron a una habitación y me atendieron rápidamente. Estaba muy mareada puesto que había perdido mucha sangre pero a John no le dejaron entrar.

El dolor era inmenso, mucho más que en el parto anterior, sabía que estaba pasando algo malo puesto que los médicos se miraban los unos a los otros.
Uno de ellos salió fuera y a los pocos minutos Sherlock entró en la sala.
-¿Estás bien?- me preguntó con lágrimas en sus ojos besando mi frente -siento no haber estado contigo-
-Me siento muy débil- dije con lágrimas -todo mi cuerpo me duele-
-Tenemos que comunicarles algo- dijo uno de los médicos.
-¿Qué ocurre doctor?- dijo Sherlock -¿Algo va mal?-
-Verán- suspiró -su mujer ha perdido mucha sangre y cada vez está más débil, creemos que no tendrá fuerzas para dar a luz y si eso pasa la niña tampoco vivirá-
-¿Qué?- dijo él comenzando a llorar -no por favor tengo que tener a las dos conmigo, no pueden hacerme elegir-
-Sherlock- dije yo sollozando -yo ya he vivido muchas cosas. Cuida de nuestros hijos como lo hemos hecho hasta ahora, será duro pero sé que tú puedes hacerlo. Cuéntales que mamá les quiere y que les está vigilando desde donde quiera que esté, a la niña dile que siempre la quise y que aunque no me vea siempre estaré ahí cuidando de ella y de sus hermanos-
-No, no, no- dijo Sherlock entre llantos -no me puedes dejar solo mi amor, yo te amo. No soy capaz de estar sin ti y menos cuando vamos a tener otra niña a la que cuidar-
-Será duro mi amor- dije acariciando su mejilla mientras las lágrimas caían como dos cascadas por mi rostro -pero aprenderás a estar sin mí, sé que serás un gran padre para esta bebé y que con suerte algún día encuentres a otra persona que sepa darles el amor que yo les di antes de irme-

El rostro de Sherlock estaba enrojecido por el llanto, sus ojos estaban de color rojo y sus mejillas estaban completamente empapadas.
Tomé la decisión de que salvasen a la niña pero durante el parto los doctores pidieron a Sherlock que abandonase la sala.
Fui haciendo lo que los doctores me mandaban, empujaba y respiraba constantemente, cada vez me sentía mucho más débil.

De pronto lo oí, mi pequeña había nacido y estaba llorando. Una enfermera la limpió y me la puso en el pecho.
Miré su pequeño y rosado rostro, era la bebé más linda que había visto en toda mi vida, con sus mejillas rechonchas, su pequeña nariz, sus labios perfectamente curvados y sus pequeñas manitas aferradas a mi pelo.
Poco a poco mis ojos se fueron cerrando y mi pulso descendió progresivamente hasta que solo se pudo escuchar un continuo y repetitivo sonido que indicaba que mi corazón había dejado de latir.

Siempre contigo (Sherlock Holmes y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora