Casas vacacionales y cosplayer sexy

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Otro sueño, otra aventura.

Ahora me encontraba en una especie de casa gigante donde podían estar veinte personas al mismo tiempo, diez personas por piso.

Había en la entrada dos habitaciones con una cama matrimonial, una enfrente de la otra, le seguían las escaleras y la cocina. Frente a la cocina una sala de estar, les seguían dos habitaciones con literas de tres a cuatro camas, para al final del pasillo, en forma de Y se encontraba otras dos habitaciones con dos camas cada una.

Cada cierto tiempo podías cambiar de habitación y decidí a querer la segunda habitación de cama matrimonial, peleando con un niño de once años.

Desperté de mi sueño debido a uno de mis gatos que no dejaba de maullar.

Volví a dormir debido a la fatiga de mi cuerpo y mi sueño me transportó al mismo lugar.

Pero el lugar tenía una forma diferente y en una de las habitaciones, sentado en el suelo estaba un cosplayer vestido de Bakugo Katsuki.

Me senté en sus piernas que se encontraban cruzadas, observé su carita tranquila, descansaba con parsimonia y yo empecé a besar su cara lentamente.

Llegué a sus labios y los besé levemente, disfrutando su sabor dulce. Fui correspondida, dando a entender que , o no estaba dormido o acababa de despertar. Besaba sus labios y como soy muy acelerada mordí su labio inferior.

Él me siguió el ritmo, nos besábamos con pasión y a la vez con delicadeza. Nos separamos cuando no pude más con sus besos sofocantes que me dejaban derretir.

Acosté mi cabeza en su hombro y empecé a besar y morder levemente su cuello y hombro derecho. Cada que el cabello de la peluca tocaba levemente mi nariz me tranquilizaba a un punto en el que parecía que me dormía. Seguía besando y mordiendo su cuello con ternura, como una niña juguetona, hasta que sentí cómo el chico hacía lo mismo con mi hombro derecho y mi cuello. Sus mordidas eran un poco fuertes y me sacaban gemidos y jadeos que intentaba callar.

El chico me tomaba de mi cintura evitando que me separe. Trataba de callar mi voz, pues todos estaban dormidos. Alguien entró a la habitación y nos pidió que nos fuéramos a dormir.

Me separé tranquilamente, me levanté y salí corriendo a una habitación sin camas, en cambio habían futones en el suelo.

Ahí estaba mi mejor amigo y me vió toda roja, me preguntó el porqué de mi cara roja como tomate y estaba dispuesta a contarle...

Pero desperté definitivamente.

Toqué mi cuello con mi mano fría y aún sentía sus labios sobre esa zona.

Sueños sin razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora