Historia: Villalobos vs Murieta

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–¿Amon?– Eva se agachó junto con él, intentando calmarlo mientras aún atravesaba su ansiedad. –¡Amon!– Gritaba, intentaba calmarlo mientras él lo ignoraba.

El cuerpo del chico cedió. Amon se había desmayado por el dolor en su cabeza y por el resultado de las cosas.

Eva comenzó a mover bruscamente el cuerpo del chico, presa del pánico.

–¡Amon!¡AMON!– Gritaba a todo pulmón, llorando sin consuelo y, al final, ocultando su rostro en el pecho del contrario, golpeando al mismo solo para que reaccione. Necesitaba que le devolviera el golpe como siempre. No podía perder a un amigo más. No así.

Las horas pasaron. El fuego fue apagado por los bomberos, el padre de Carla y Eva volvió y ayudó a algunos vecinos para levantar a un inconsciente Javier hacia la casa de los Murieta.

La castaña hipeaba con pesadez. Ya no había lágrimas que derramar.

Una vecina se acercó suavemente a ella y le sonrió con calidez.

–Debe de ser traumático un suceso así, ¿No lo crees?– Le preguntó la mujer, buscando distraer a la chica. Eva no respondió, solo asintió positivamente con un movimiento de cabeza.

La mujer miró a cada lado, como si fuera a contarle un secreto, aunque Eva no se esperaba lo que estaba por escuchar.

–Aunque la escenita que te armaste con Javi fue un poco...– Le sonrió con una amabilidad fingida, intentando parecer inocente todavía. –Si querían demostrar el amor que se tienen, no creo que llamando la atención fuera la respuesta.– Tocó el hombro de la chica joven, aún sonriendo con su amabilidad falsa.

–¿Qué?– Preguntó desde lo profundo de sus entrañas, completamente confundida y roja. ¿Tan obvio era que le gustaba su vecino?

–¿No lo son? Digo, por la forma en que le gritabas "Amor" cuando el joven Javi se desmayó, literalmente todos en la colonia pensamos que tenían la fachada de pelearse para ocultar que son novios, ¿Que no?– La mujer de mediana edad se veía totalmente convencida por lo que contaba, una mujer que nunca se equivocaba, según ella.

–Yo nunca dije eso.– Pensó Eva rápidamente. No podía contarle a absolutamente nadie sobre el trastorno de Javier, era información que no le correspondía.

Se estaba lamentando mentalmente por haberla cagado inmensamente unas horas atrás, y más por aprovecharse de la situación para que no se descubra la verdad.

–S-sí, es que apenas empezamos a a-andar... No queríamos hacerlo público todavía...– Su nerviosismo era demasiado obvio, Pero la señora se tragó el cuento y felicitó a la joven por su reciente relación, dándole algunos consejos, que más parecían quejas sobre su relación con su marido.

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Javier miraba atónito a una sonrojada Eva. La castaña le había contado cada detalle de lo ocurrido y no podía creerlo; por querer salvarlos los metió en un problema aún más grande.

–¿Qué haremos ahora..?– Se lamentaba Eva, cubriendo su rostro con sus propias manos. No podía dar la cara sin avergonzarse.

Sueños sin razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora